⚜️Capítulo 13⚜️

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Es curioso cómo todo se sincroniza, para hacer una sinfonía catastrófica de tu existencia, y en un solo día ¿Como puedes perderle la pista a alguien en cuestión de horas? ¿como es que llegamos a esto? Pues déjenme contarles de que les hablo.

Los inútiles que nos "ayudaron" a evacuar a los heridos, terminaron enviando a mis compañeros a otra base, Ain al Asad, para ser más exactos y el imbécil que tenemos por Coronel en Bagdad, se niega a darnos la salida para reunirnos con ellos.

No he querido hacer la llamada  que nos llevara hasta allá, sin escalas pero es que aún no reúno el valor suficiente para decirle a Ben, que le falle. Sé que Alex no esta muerto, no puede estarlo pero sí estaba bastante mal, la última vez que lo vi y si a eso le sumamos, que su tipo de sangre no es para nada común, tengo motivos para preocuparme bastante por su salud.

Por primera vez en años estoy fumando, lo deje cuando me uní al ejército. Pero ahora, fuera del edificio administrativo de la base, lo necesito para tratar de relajarme un poco, antes de ingresar, o acabare por hacer algo peor, de lo que pienso hacer.

Ya mande recoger todo y estamos listos para partir cuanto antes, solo falta la autorización de movilización aérea para irnos. Esa misma que se niega Darwin a firmar. Del traslado me encargo después, total no saldremos del hospital, hasta saberlos sanos a todos.

Tiro la colilla cuando voy por la mitad, la nicotina me aturde un poco pero así lo necesito. Más por si acaso llevo mi fiel compañera beretta 9 milímetros, una que solía usar de Lobo pero ahora como Alfa, me asignaron la Glock. Ingreso saludando solo al vigilante de guardia, pues ya son pasadas las 6 pm y la recepción esta despejada.

Subo al ascensor y hago el recorrido en silencio, pensando en lo que haré. Lo primero que veo cuando las puertas se abren es a Brenda, la voluptuosa secretaria del coronel, la cual es nada menos que Sargento; mujeres así me dan ganas de vomitar ¿como es que tiene una perfecta manicura estando donde estamos? y no hablemos de su uniforme, por que eso sí que es una ofensa, para la población militar femenina.

- Capitán Ross - me saluda con la voz falsamente melosa - si busca al coronel, le informó que esta ocupado en una video llamada - y sonríe. Le regresó el gesto tan falso como el de ella y pasó por su lado sin siquiera emitir una palabra - oiga!!! no puede entrar ahí...

- ¿Y quien me lo va a impedir? ¿Tú? - La recorro con ojos de acero y ella retrocede.

- Llamaré a seguridad - me amenaza y yo me río con ganas. De verdad estas loca, eso ya lo sé.

- Suerte con eso, querida - escupo con sorna y abro la puerta de un tirón, y de otro la cierro, dejándola fuera de mi vista, con la cara roja de la rabia.

- ¿Pero que significa esto Ross? ¿Acaso se volvió loca? - sí, eso parece. Le concede mi conciencia cuando escucho su impertinente voz y me giro para verlo tras su escritorio, sin más que un café sobre este. Escaneo la oficina con la mirada, para comprobar que no hay tal video llamada y descanso la vista en él nuevamente.

- Significa que me canse de ser paciente, con un pusilánime como usted - el coronel, abre la boca un par de veces pero no emite ningún sonido, esta verdaderamente sorprendido con mi actitud. Mi cuerpo se pone frío, y las manos me sudan. Hago sonar mi cuello y espalda, tomando posición de ataque - llevo tres horas. No una, no dos, TRES MALDITAS HORAS... tratando de que me firme la autorización del helicóptero. Debo llegar a Ain al Asad hoy mismo y usted se esconde tras compromisos inventados, con el único fin de estorbar...

- Ross!!! - pronuncia mi apellido, con reprimenda y su tono solo me cabrea mas.

- ROSS UNA MIERDA!!! - estalló y el coronel da un bote, en su silla - primero dijo no tener aeronaves disponibles, la conseguí. Después que no había pilotos libres, también lo conseguí. Ya tengo la autorización para aterrizar también, antes de que me la pida ¿Y ahora que se le ocurre que me pueda faltar? ¿Su lapicera no tiene tinta? Por que si es así, puedo llamar a la Bratz que tiene por secretaria para que le traiga otra - tiró el papel sobre su escritorio, sacó mi arma y con el cañón, me subo la visera de la gorra que traigo puesta. El hombre palidece ante la acción, pero trata de mantener su postura serena - hoy no ha sido el mejor de los días señor, y no estoy para que me jodan mas. No me gusta dar malas noticias, así que firme la maldita hoja de una buena vez o me pondré un poco loca aquí.

La leyenda de escarlata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora