⚜️Capítulo 32⚜️

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Lo pensé por largo rato y sabiendo que por lo menos le debía una disculpa a Will, me levante para ir con él. Si lo meditaba mucho, terminaría por encontrar alguna excusa y no lo haría.

Llego a la puerta de su dormitorio pero antes de tocar me inspecciono. Dios... doy asco, ni siquiera me he bañado y aún ando en ropa deportiva. Debo oler horrible. Y si tuviera un espejo, estoy segura de que mi cabello debe parecer una maraña, en lugar de pelo.

No lo pienso mas y llamo a su puerta. Ya que, estoy aquí y no me atrevo a retroceder, por temor a arrepentirme o perder el poco valor que mi charla con Max me infundó.

Cuando la lamina se abre, me quedo con la boca abierta. William esta frente a mi, con casi nada de ropa y mucha piel a la vista "y que vista" y por primera vez en mucho tiempo, tengo que darle la razón a mi conciencia. Debo reconocer que el coronel tiene lo suyo.

Solo tiene un chándal, con el dorso totalmente a la vista, cada musculo bien formado y marcado, cubierto de una tostada piel y una ligera capa de bello rubio oscuro, que se pierde en sus pantalones, al igual que la V de sus oblicuos, conozco uno que está mejor, pero este no desmerita, dice mi conciencia, y yo pienso ¿Cómo es que me comí todo esto y no me acuerdo de nada? Aún con algunas cicatrices de guerra y el tatuaje de su clavícula, es una imagen digna de revista. Dios... hace calor.

Subo la mirada, para encontrarlo con él ceño fruncido, aún sin curarse la ceja, con el cabello húmedo, y desprende un olor que alborota mis hormonas. Al notar que me he quedado absorta en mi inspección, me aclaro la garganta y saludo.

- Hola - me dan ganas de golpearme por mi repentina timidez - ¿puedo pasar?

- No lo sé - se cruza de brazos, sin perder su postura seria, no le mires los músculos!!! Es que mis ojos se desvían solos - ¿quieres hacerlo?

- Will yo... - no sé que decir, así que bajo la mirada avergonzada - lo siento... - no puedo con esta nueva actitud de su parte, y debo reconocer que esto es mi culpa - si eres alguien para mí, me importas. Y de verdad no quise tratarte así, es solo que... agg - sacudo la cabeza y cierro los ojos. Esto es una estupidez - de verdad lo siento mucho - giro dispuesta a irme pero él me retiene por el codo, haciéndome girar a verlo.

- ¿Y no puedes decírmelo a la cara? - abro la boca pero nada sale de ella, vuelvo a bajar la vista por que tiene razón. No es una disculpa valedera, si no se hace cómo se debe - anda, pasa... - ingreso hasta el medio del lugar y él cierra la puerta - no sé lo que pasó con ustedes Scar, pero no soy el culpable de ello. No puedo tampoco permitir que hable de cosas, que él ni sabe.

- Lo sé ¿si? - me vuelvo a verlo - sé que tu no tienes nada que ver. Alexander es un idiota, bueno creo que lo somos los dos y digamos que pagamos la frustración contigo.

- De él lo entiendo, pero ¿y tu? - me dejo caer en la cama y froto mi cara para intentar despejarme.

- Emma es mi hermana...

- Lo supuse, tienen el mismo apellido, no es que sea muy común, aparte de que se parecen bastante.

- Es que... ¿Recuerdas que te dije que me iría antes? - lo veo asentir - bueno no puedo por que la ministras quiere que les dé apoyo en la misión. Pero Emma...

- ¿Estas preocupada de que algo malo le pase? - sonó más a afirmación, que a pregunta pero aún así asiento.

- No es sólo eso... Es quienes somos y... ¿haz escuchado hablar de Acmed Zare? - su semblante cambia por completo. Me mira con interés y algo de duda también - es... algo largo de contar...

- Bueno en ese caso, si deseas puedes tomar una ducha primero - lo miro confundida, sin comprender su comentario - hermosa, yo te adoro pero apuestas - sonrío sincera ante su comentario. El tiene la capacidad de hacerme sonreír con sus bobadas.

La leyenda de escarlata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora