Un sonido extraño me despierta, o una voz desconocida más bien. Me remuevo un poco sobre la cama y siento el brazo de Alex, envuelto en mi cintura. Sonrió como tarada mental al sentirlo pegado a mi espalda, robandome un suspiro de satisfacción, aún con los ojos cerrados.
Cumplió con su palabra, como siempre. Hicimos el amor como conejos toda la noche, aunque creo que perdí la conciencia antes que él, no estoy segura. No me culpen, ya no aguanto tanto como antes, pero aún seguimos siendo unos animales en la cama.
Abro los ojos cuando vuelvo a escuchar lo mismo. Escaneo la habitación con la mirada y me libero del brazo de Alex, antes de sentarme en la cama. No hay nadie, estamos solos pero cuando se repite, mis ojos viajan al monitor de la habitación de mi hija, que reposa sobre la mesa de noche y me congeló un segundo, llenándome de temor ante lo que veo.
Tomo el teléfono con manos temblorosas y escribo un rápido mensaje, sin perder de vista el monitor, más de lo debido. "hay alguien en el cuarto de Emma" es todo lo que pongo y me levanto con el cuerpo adolorido por todo lo vivido durante la noche, más ignoro el malestar para buscar mis bragas a tientas en el suelo y la bata de mi camisón, que esta sobre un sillón, para vestirme. Voy al armario, lo abro y de mi bolso de viaje, saco mi arma para revisarla.
- ¿Bonita? - la voz somnolienta de Alex, me distrae y posó mis ojos en él. Descubro que los suyos estudian mis movimientos, mientras toma asiento en la cama - ¿que pasa? ¿A dónde vas con esa arma?
- Hay alguien en la habitación de la niña - le explico y señaló el monitor sobre la mesa, donde la pantalla revela la figura inconfundible de un adulto junto a su cama - ya le avise a Max, por si acaso. Voy a ver de quien se trata.
- Voy contigo - asiento sin réplicas, para no dilatar más la situación, además de que ese extraño sentimiento de que algo está muy mal, no me a dejado en todo el día.
Espero a que salga de la cama y se ponga su pantalón, para después tomar su teléfono de la mesa de noche y salimos en completo silencio de la habitación, conmigo encabezando la incursión.
Deben ser alrededor de las 5 am, o poco menos, por lo que aún todo está en calma y no hay luz en el corredor, la servidumbre todavía duerme. Localizamos la puerta del cuarto de Emma, e intercambio una mirada de preocupación con él, pues se escucha el susurro de una suave voz en el interior.
- Escucha, yo abro y tu entras primero - me indica Alex entre señales y susurros. Afirmo con la cabeza y levantó la Glock, justo cuando él abre la puerta. Ingresó apuntando a la figura en las sombras, con mi hija en su regazo, que ahora está más cerca del ventanal que da al balcón, sentada en un sillón junto a este.
- Suelta a la niña y saldrás con vida de aquí - demando con la voz gélida. Cuando Alexander ingresa y enciende la luz, disipando la oscuridad en la que se refugia el intruso, mis sentidos entran en alerta al descubrir su identidad.
- ¿Clara? - aventura incrédulo Alexander haciendo sonreír de forma perversa a la mencionada.
Su imagen es escalofriante y miren que sé del tema. Ahora con el cabello negro y mal cortado, por encima de sus hombros, más pálida de lo que recuerdo, con profundas ojeras alrededor de su verdosa mirada, que revela una maldad antes escondida, detrás de una dulzura fingida. Vestida completamente de negro, pareciendo un demonio, la imagen viva de lo que es: una desquiciada mental.
Sus ojos se posan en él con tanta frialdad, que la piel se me eriza con el mal presentimiento de lo que en ellos veo. Esto no puede ser, pero lo es y las palabras del extraño sueño con mi hermana llegan a mi mente "cuídate de ella".
- ¿Que estas haciendo aquí? - pregunta mi prometido, una vez confirmada la identidad de la loca.
- Hola Alex - aprieto la mandíbula, al verla recorrer con sus orbes el dorso desnudo de Alexander, no es momento para celos Volkov. No lo puedo evitar, me enfurece que se lo coma con los ojos, por muy loca que este.
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La leyenda de escarlata
Action"una leyenda no siempre es una fantasía, donde los personajes son míticos, sus actos hazañas y sus palabras sabias. La mía habla de guerra, muerte y destrucción. Pero también de algo mucho más trascendental: el amor"