La nostalgia es un sentimiento considerablemente elocuente. Llega a ti en medio de días grises y nublados. Te hace ver lo que has perdido en el camino. Aunque tus recuerdos felices sean escasos, te muestran cuán lejos estás de volverlos a tener.
Hace unos días, la ministra, después de una poco amigable conversación, me permitió retirar a mi equipo de la misión y dejarla en manos de su hijo, haciéndome prometer asistirlos como apoyo informático, para evitar las bajas. En pocas palabras no puedo dejar que su hijo muera.
Estamos reunidos en la sala de tácticas nuevamente, aportando datos para su elaborado plan. Me deja más tranquila que los Delta fueran convocados y Máx estará con ellos en terreno.
No tuve que pedirle que cuidara de Emma ahí dentro, fue lo primero que me aseguro al abrazarme cuando llegó. El italiano siempre ha sido efusivo conmigo, aún cuando estaba con Alex, así que poco le importo estar bajo la atenta mirada de los Alfa.
- Bien, estando ya todos de acuerdo con el plan de despliegue, sólo queda esperar a que Zare se presente en la zona. Así que hay que estar alerta a sus movimientos - comenta Alexander, tomando asiento en la cabeza de la mesa.
Yo estoy en uno de los mesones laterales a la gran pantalla de fondo, totalmente al margen de su planeación, terminando las modificaciones de mi traje ya que al fin llegaron las piezas que hacían falta.
- Por eso no hay problema comandante - comenta Carusso, al notar que me niego a hablar con ninguno de ellos - los drones nos darán la alerta en cuanto lo identifiquen.
- Gracias Carusso. Bueno, no siendo más... - todos se ponen de pie pero Carusso y yo nos mantenemos inmóviles en nuestros puestos - creo que por hoy hemos terminado. Vamos a comer, hemos pasado aquí toda la mañana.
- ¿No vienes Scar? - inquiere la rubia a mi lado, en voz baja para que solo yo la escuche. Niego con la cabeza, fingiendo estar más interesada en la reparación de mi traje - te traeré algo de la cafetería. No puedes seguir bajando de peso o te enfermaras.
- Gracias, Fiore - le sonrío levemente y vuelvo a centrarme en mi trabajo. Ella se levanta después de regresarme el gesto y se aleja.
Todos se marchan al comedor y aún así, yo sigo luchando con hacer calzar las piezas. No es nada complicado o que no haya hecho antes, pero mi concentración es escasa. Aún tengo en la memoria todo lo que me dijo Alex hace unos días, y aunque finjo desinterés, me duele que me crea esa persona a la que describió.
- ¿Podemos hablar? - doy un bote en la silla, soltando el destornillador que tenía en las manos, y algunas cosas caen del mesón.
- ¿Por qué carajos tienen esa mala costumbre? - espeto algo alterada - son los únicos que hacen eso y aún no entiendo como no les he hecho daño - sigo con mis quejas, mientras me agachó a recoger lo que se cayó.
- Lo siento - lo fulmino con la mirada al escuchar tan falsa disculpa, mientras me ayuda a recoger - no pensé que te fueras a asustar como antes.
- Algunas cosas nunca cambian - dejo todo en el mesón de nuevo.
Me giro lentamente para estudiarlo. Alexander me observa con cautela. Como cuando pretendes acercarte a un animalillo acorralado y no sabes como llegar a el sin asustarlo. Lo irónico es que ya lo hizo y aún así espera por una respuesta.
Suspiro cansada y afirmo con la cabeza, dándole un escueto "esta bien" y es todo lo que necesita para que tomar asiento donde antes estuvo Carusso. Lo hace pero no emite palabra alguna. Solo se dedica a observarme como siempre lo hace, mientras yo reanudo mi tarea con el traje.
- Siento mucho lo que te dije el otro día...
- No tienes por qué disculparte por eso. Solo digiste lo que piensas y sientes. No siempre encontramos que es algo bueno lo que hay adentro pero si ahí esta, es por algo - lo miro a la cara, deteniéndome en donde aún se nota la huella verdosa de el golpe que le di en la cara - más bien yo me disculpo por eso - señalo con mi barbilla su pómulo, a lo que se relaja del todo - aún cuando estuviera enojada, no debí agredirte.
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La leyenda de escarlata
Action"una leyenda no siempre es una fantasía, donde los personajes son míticos, sus actos hazañas y sus palabras sabias. La mía habla de guerra, muerte y destrucción. Pero también de algo mucho más trascendental: el amor"