Debo reunir información relevante para el caso de Darwin, lo que me lleva a que debo encontrar a los chicos, para ponerlos al tanto de la situación, y por consiguiente debo localizarlos. A estas horas deberían estar ya en el comedor para la cena, así que me encaminó hacia allá, cuando el bullicio de una pelea llama mi atención.
No es que esto sea algo raro en una base donde el 70 % de los soldados, son hombres. Necesitan esto de medírsela y esas cosas, pero es el tono de una voz vagamente conocida, dando aliento a uno de los contrincantes, lo que me lleva a desviarme del camino.
Logró hacerme en un lugar donde alcanzo a ver una fracción de la pelea, y con sólo eso me basta, para empujar los cuerpos frente a mi y apartarlos de mi camino hasta situarme al frente.
Muchos de los que me conocen, se callan al verme, los demás están tan concentrados en la disputa, que no se percatan de mi presencia, así como tampoco lo hacen mis queridos subordinados. Y debo reconocer que aún estando con una pierna y un brazo lastimado, y habiendo acabado de salir del hospital, Morgan no se hace menos, en este mano a mano.
Cierro los ojos rogando clemencia a los cielos, por que si me da más fuerza, no respondo. Sé que para una pécora como yo, no habrá respuesta y me pregunto si esto es una clase de castigo divino por ello.
Los abro justo para ver como Amber se monta en la espalda de un fornido soldado, para ejecutar una llave de krav Maga, que le enseñe hace poco y tampoco se ve muy afectada por sus lesiones, pero podría lastimarse de seguir así. Sin querer alargar más el momento, sacó mi arma. Algunos se apartan de mi en el acto, pues saben que no me tiembla la mano para usarla y la levanto al cielo para percutarla.
Todos quedan en silencio, viéndome con los ojos muy abiertos. No estoy para tratar con orangutanes hormonados con esteroides y mi semblante planamente serio así lo demuestra, nadie se atreve a moverse de donde están.
Clavo mis ojos en los diferentes contrincantes, repasando sus rostros. Algo de orgullo burbujea en mi interior, al ver que los míos tienen heridas leves, mientras que sus rivales están machacados a golpes, pero no lo dejó ver por que esto es serio.
- Quienes no tengan nada que ver con esto, piérdanse ahora, o empezaré disparar, y no presisamente al cielo – no es necesario gritarles, para hacerlos desaparecer. La cara de los Alfa es todo un poema y los que ahora reconozco como Seal, no distan mucho de eso. Menos la del Capitán Marcel, él cual se encuentra de espectador al parecer, por que no tiene ni un solo rasguño y esta muy relajado – ¿alguien puede explicarme lo que pasó? – elevó una ceja en dirección a Marcel, su sonrisa vacila pero se niega a borrarla y mi rabia va en aumento.
- El empezó!!! – rezonga uno, señalando a Vinc y para mí sorpresa, es Lara quien lo defiende.
- El solo me estaba defendiendo del pervertido de tu amigo – lo acusa.
- No es mi culpa que andes de ofrecida. Yo solo eche mano de lo que me pusiste al frente. Como mujer deberías saber que no debes mostrar, lo que no piensas vender – réplica otro.
Ahora que los veo mejor, a esos dos los reconozco del grupo que fue en nuestra ayuda, el día de la emboscada de Zare, al igual que a los otros dos.
Me adelanto cuando veo a Croft con intenciones de terminar lo que empezó y me plantó frente al Seal, de gesto altanero, que al parecer fue el agresor.
- ¿Es que a ti te parió tu papa o un maldito chimpancé? – su altanería se borra, al escuchar mi insulto. Aprieta la mandíbula mirándome con furia contenida – solo por el echo de venir de una mujer, debería respetarlas a todas por igual.
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La leyenda de escarlata
Action"una leyenda no siempre es una fantasía, donde los personajes son míticos, sus actos hazañas y sus palabras sabias. La mía habla de guerra, muerte y destrucción. Pero también de algo mucho más trascendental: el amor"