Que Jesús te abrace, te haga escuchar su corazón que no tiene apuros, que tiene un ritmo tranquilo.
Que te regale descanso en sus brazos, que sientas lo suave de su ropa, el perfume de su ternura, la paz de tenerlo tan cerca.
Que te relajes en su cuidado, en su amor detallista que es confiable y abarca hasta lo que menos pensamos.
Que te comparta algo caliente, que alivie tu corazón preocupado, que te llene de paz y alegría, de esperanza y confianza.
Que recuerdes cuanto te ama, cuanto te valora y te cuida tanto que te acompaña siempre y quiere quedarse a tu lado aún cuando estés ocupado/a.
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Cartas de Dios
SpiritualCartas de Aquel que lo dio todo por quien no merecía nada. ¿Puedes imaginarte que alguien tan aparentemente distante conozca tu nombre mucho antes de que tus padres se conocieran? Su mirada va más allá de esta piel y mientras sus ojos navegan tu al...