Quiero que sepas, que no hay momento en que te suelte de mi mano.
Que no hay obstáculo que con mi poder no puedas vencer.
No hay enemigo que pueda enfrentarte, si confías en mí... ¡si tan solo confías en mí!
Quiero que sepas, que en tus momentos de soledad más intensos, cuando creíste desfallecer; cuando mirabas y solo alcanzabas a ver una espesura negra: fue en ese tiempo cuando más cercano a mi corazón y con todo mi amor te sostuve aquí, y no te dejé caer.
Hoy es el día que abrirás los ojos y podrás ver todas mis bendiciones que tengo para ti: para que tú las tomes y a los tuyos repartas paz, amor y provisión.
Y la corona de gloria que te prometí aquel día, cuando fuiste humillado/a: hoy está sobre tu cabeza, eres mi hijo/a amado/a y puedes estar seguro/a de que siempre lo serás.
Serás levantado/a como nunca jamás lo soñaste (ni en tus más audaces planes lo pensaste), pero esta es mi recompensa por tu fidelidad y por todo ese dolor, los castigos crueles que de muchos soportaste y todo lo hiciste por mí.
Este es tu día de victoria, ven dame tu mano, entra al gozo de tu Señor...
-Dios
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Cartas de Dios
SpiritualCartas de Aquel que lo dio todo por quien no merecía nada. ¿Puedes imaginarte que alguien tan aparentemente distante conozca tu nombre mucho antes de que tus padres se conocieran? Su mirada va más allá de esta piel y mientras sus ojos navegan tu al...