#066

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Allí estás.

Merodeando en tu soledad. Convenciéndote a ti mismo que tú puedes y que el silencio que a veces te amordaza es natural, que la soledad es de emprendedores y la equivalencia a la derrota jamás existirá si permaneces con la actitud correcta.

Allí estás.

Practicando capoeira con los problemas, esquivando todos los dardos, muchos te pegan, te debilitas, pero tu fortaleza es el espejo. Tu autoestima que brota de la nada, que se atreve a hacerte confiar otra vez.

Allí estás.

Ensanchando tus territorios en arenas movedizas, de cuando en cuando encuentras oasis o tierras firmes, pero nada es seguro; todo se desvanece entre momentos, golpeando tu realidad.

Allí estás.

Continuando con toda tu fuerza, parece que esta vez ya están saliendo las cosas, que la inversión viene y el silencio se opacó por fin, sólo hay amigos, pocos, pero amigos: es suficiente.

Allí estás.

Fue bueno el espejismo mientras te ilusionó, los insomnios ya son tus vecinos, inevitables. Tus pensamientos te han llevado a noches enteras de desvelos y miradas hacia el techo, buscando alguna buena razón para justificar todo tu proceso; a veces vislumbras, pero ya no sabes si llegará.

Allí estás.

Ni sabes por qué lloras, la frustración se conjuga con el tiempo, ambos gélidos, que cortan tus sueños a tajos. Buscas en tus horizontes oportunidades pero el abismo ya gobierna tus ojos, no ves claramente.

Allí estás.

Hablando siempre de tus sueños con las personas incorrectas, todos deseándote lo mejor pero nadie creyendo en ti. Tomando un café o tratando de sobrevivir con la carga de no poder ver tus sueños aterrizados en este universo. Sientes una responsabilidad de verlos realizados, no tanto por ello, sino por que dentro de ti yace algo involuntario: inmortalidad.

Allí estás.

Sientes que estás agotando todas tus oportunidades, que no hay recursos, ni siquiera tu creatividad brota como antes.

En 7 párrafos tu vida casi se va.

Que simple.

Tanto soñar para llegar a esto. Y aunque leas y observes la prosperidad de ajenos, la tuya, por alguna razón no llega. Funesto.

Allí estás.

Te rendiste a tantas cosas, que no te diste por vencido a lo único que te puede llevar hasta allá: .

Tú mismo.
Tú misma.

Allí estás.

Tu fantasma limitado te ha llevado hasta donde tus capacidades pueden.

Te cansaste.
Te asoleaste.
Dejaste de creer.

Allí estás.

Y yo siempre he estado aquí.

Soy tu catapulta.
León.
Fuego.
Fuerza.
Poder.

Soy el silencio necesario y apacible.

Soy la vida después de la muerte.

Soy el inicio de la eternidad.

Mis capacidades trascienden las fronteras del tiempo y de la realidad.

Soy magistral.
Amante.
Trastornador.

Soy lo que necesitas.
Soy TODO.

Allí estás.
Aquí estoy.
Esperándote.

Deseando que sólo renuncies a ti.

Deseando que adoptes parte de mi cosmovisión.

Cuando sientas el poder de mis trazos, te sentirás ilimitado.

Cuando captes por fin de qué se trata, tus ojos brillarán y volverás a soñar, ya no dependerás de tu realidad sino de la infinita mía.

Cuando te arriesgues a dimensionar,  volarás y todo tendrá sentido.

Allí estás.

Pensando lo impensable.

Las mejores oportunidades requieren riesgos y fe sin atajos.

Salta.
Lánzate y cae en mi colchón... y volverás a soñar.

Ven, cae en mis brazos.

Cuestióname y arreglemos lo que necesites. Prefiero que me grites desesperado a que tu silencio te deprima.

Ven, arreglemos esto de una buena vez.

Si hoy te derrotas a ti, y dejas que juntos caminemos hacia el futuro, te doy mi palabra que TODO ESTARÁ BIEN.

Ya no sigas aquí.
Ven conmigo.

-Dios

Cartas de Dios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora