Tú eres una hija del Rey, y no de cualquier rey.
Tú eres mi hija, y yo soy el Dios de todos los cielos y la tierra. ¡Y estoy encantado contigo!
Eres la niña de mis ojos. Tú eres la niña de Papá.
Tu padre terrenal puede amarte extremadamente, pero su amor no es perfecto, sea grande o pequeño. Solo mi amor es perfecto, porque yo soy amor.
Yo formé tu cuerpo. Yo estructuré tu mente y alma.
Conozco tu personalidad, y puedo entender tus necesidades y deseos.
Puedo percibir tu dolor y tus desilusiones. Y te amo apasionada y pacientemente.
Eres mi hija. Yo te compré por precio, para que pudiéramos establecer una relación cercana por la eternidad.
Muy pronto nos veremos cara a cara (como Padre e hija) y podrás disfrutar del maravilloso lugar que he preparado para ti en el paraíso.
Hasta entonces, fija tus ojos en el cielo y camina cerca de mí.
Sabrás que, aunque yo soy Dios, mis brazos no son tan grandes como para no poder abrazarte mi amada hija.
-Dios
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Cartas de Dios
SpiritualCartas de Aquel que lo dio todo por quien no merecía nada. ¿Puedes imaginarte que alguien tan aparentemente distante conozca tu nombre mucho antes de que tus padres se conocieran? Su mirada va más allá de esta piel y mientras sus ojos navegan tu al...