Ya no te escondas, a salvo estás.
No hay porque cubrir lo que he visto ya. Tienes tus razones, más yo soy tu paz.
Te has encerrado y la llave en mí está.
Yo a ti te ame aún antes de nacer, todo lo vi, y aún así me entregué; en la cruz sufrí, para que conmigo puedas vivir.
Se caen tus cadenas en mi libertad; el velo rasgue, te puedes acercar. Ya no hay razón para estar lejos, yo soy tu hogar.
Si yo soy tu guía, no te perderás. En tus tinieblas, mi luz brillará.
Si yo estoy contigo, ¿quién contra ti? Suelta tus temores y corre hacía mí.
Te estás acordando de todo lo que hiciste mal, pero yo veo que no lo dejaste de intentar.
Miraste algunos momentos con mucha vergüenza, pero iniciamos este viaje para que veas más allá. Para que dejes de condenarte y te ames un poco más.
Te detuviste en tus errores, ambos vimos tus intenciones.
Juzgaste por lo que viste en ti, yo nunca saqué mis ojos de tu corazón.
Ahora sabes, no se trata solo de mirar tus pies. Esto no es acerca de tus tropiezos, ni de las veces que no estuviste firme.
Se trata de poner tus ojos en Aquel que los creó.
De confiar en el Dios que te sostiene, que te alimenta y te fortalece.
Es hora de volver, los días no se detienen.
-Dios
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Cartas de Dios
SpiritualCartas de Aquel que lo dio todo por quien no merecía nada. ¿Puedes imaginarte que alguien tan aparentemente distante conozca tu nombre mucho antes de que tus padres se conocieran? Su mirada va más allá de esta piel y mientras sus ojos navegan tu al...