Capítulo 4: en peligro.

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La enfermera que había entrado parecía recién ingresada al hospital. Era de cabello rubio, estatura media y se la veía joven. Ella reviso mis vendajes y los puntos que había en mi herida. Yo alce el cuello para ver el tamaño de mi herida. Por lo visto no era muy grande. Media alrededor de 4 o 5 centímetros y había una serie de puntos a lo largo de ella. Me dolía muchísimo, así que, cuando la enfermera intento cambiar el vendaje, gemi de dolor. Fernanda, que estaba a un lado de mi, no paraba de apretar los dientes al mismo tiempo que hacia una cara de horror. La enfermera al oír mi gemido se detuvo y después de un rato volvió a hacer lo que hacia antes.

-¿Estaré bien?-. Alcance a preguntar antes de que terminara su trabajo.

La enfermera miro la herida con cierta preocupación y se digno a responder.- Claro, estarás... bien-. Hizo una pausa al decir la palabra "bien".

-¿Por que lo dice así?-. Pregunto Fernanda un tanto molesta.

-Miren niñas, no las quiero alarmar pero...-. Hizo otra pequeña pausa mientras contenía el aire.- Al parecer el cuchillo roso algún órgano o algo así, por lo que escuche-.

Las dos nos quedamos atónitas. Pensé que con eso ya estaría bien. Al parecer me equivoqué. No sabia si creerle, ya que era nueva, o no. Mis pensamiento fueron interrumpidos por la puerta abrirse de golpe. ¡Oh por Dios! ¡Era mi mamá y la de Fernanda!. A estas alturas, era lo que mas necesitaba. Mi mamá entro rápido y me abrazo sin mas. Por su modo de actuar me di cuenta de que ya le habían informado de nuestra desaparición.

-¡Gracias a Dios! Estas bien-. Dijo mi mamá mientras me acariciaba el cabello. Después las dos nos soltamos en llanto y la abrace de vuelta.

La mamá de Fernanda se acerco a ella. La reviso de arriba a abajo como si buscara una herida leve. Por cierto, las dos todavía teníamos nuestro uniforme puesto aunque el mio tenia una leve mancha de sangre a la altura de la cintura. En fin, la mamá de Fernanda, después de revisarla, se agacho hasta estar a su altura.

-Estas bien, estas bien... ¡Estas bien!-. La abrazo y Fernanda imito el acto.

Todos esos 30 minutos se volvieron llenos de brazos y lágrimas. Sam y Logan, que ahora estaban adentro, se quedaron en silencio admirando el muy emotivo momento. Después de tantas lágrimas mi mamá se alejo un poco y se sentó a un costado mio.

-Por favor, no vuelvas a escaparte así hija... ¡por favor!-. Me rogó mi mamá. Yo asentí con la cabeza mientras me recostaba de nuevo.

Las dos mamás dirigieron su mirada hacia los dos chicos extraños. Y confundidas nos preguntaron, a Fernanda y a mi ¿Quienes eran?.

-Esos chicos nos ayudaron a poder llegar a tiempo aquí-. Respondió Fernanda tomando la atención de todos... en especial de Logan.

-Pues gracias-. Dijo su mamá dirigiéndose a Sam y a Logan.

-No hay de que señora-. Respondió Sam.

Después de charlar y contarle a nuestras mamás lo que paso, llego la misma doctora que me había cortado la esperanza. Ella dijo que ya podía retirarme y que dentro de una semana debía volver para retirarme los puntos. Mi mamá asintió con la cabeza. Dentro de una hora ya estábamos todos montados en el auto de mi mamá de camino a mi casa, excepto Sam y Logan. Ellos iban por otro rumbo y se negaron a que los lleváramos. Al irnos, Fernanda y yo nos despidimos de ellos con la mano a la distancia. Al llegar a mi casa, me recoste en mi cama junto con Fernanda ya que me sentía fatal. Sugerí a la mamá de Fernanda que su hija se quedara a dormir. Ella acepto por lo que celebramos un poco. Ya en la noche, Fernanda estaba en la cama de arriba (era una litera mi cama ya que ella se quedaba a dormir muy seguido). Yo, en la cama de abajo, pensando en lo que había pasado hoy... ¿Sera cierto lo que dijo aquella enfermera? ¿Enserio el cuchillo roso uno de mis órganos? ¿Que pasara si eso es cierto?. Me limite a pensar que sólo me dolería mucho. Después de tanto pensamiento volví a dormir.

*****
A la mañana siguiente

Me levante y subí las escaleras de la litera. Di un pequeño empujón a mi amiga para levantarla. ¡Dios mio! Nada la despertaría, yo la conozco... ¡Duerme como si estuviera muerta!. No reacciono y di otro empujón mas fuerte. Fernanda, al reaccionar, casi me da una cachetada.

-¡Hey!-. Grite mientras me sostenía de la escalera para no caer.- ¡¿Que te pasa?! Ya no te vuelvo a despertar-. Las dos reímos.

-¡Ups! Lo siento, ya sabes como me pongo cuando me despiertan-. Dijo Fernanda, con un tono divertido, defendiéndose.

Las dos reímos por un rato.- ¡AGHHH!-. Grite y caí al suelo.

No se que paso. De repente me empezó a doler horrible en la zona de la herida. No caí desde tan alto pero debió dolerme... aunque no lo hizo. Estaba tan concentrada en el dolor de mi herida que no sentí el golpe al caer. De nuevo me retorcía de dolor.

-¡Samantha!-. Grito Fernanda mientras bajaba rápido de la litera.- Iré a llamar a tu mamá-. Se dirigió a la puerta de la habitación.

-No no, e... estoy bien-. Me repuse mientras me levantaba apenas.

-¿Estas segura?-. Me dijo mi amiga tratando de convencerme.

-Segurisíma-. Confirme y me volví a sentar en mi cama.

De repente entro mi mamá de golpe. Como si hubiera oído a un fantasma o algo así. Luego de que entro, me revisó de arriba abajo viendo si no se me había abierto la herida. No había pasado nada.

-Mamá, mamá estoy bien-. Le dije mientras quitaba sus manos de mi cuerpo.

-¿Estas segura? ¿Ni un rasguño? ¿Nada?-. Pregunto mi mamá volviendo a revisarme.

-Segura, nada. Sólo me caí, pero nada grave-.

A mi mamá le cambio la cara de una sonrisa a una cara de horror.- ¡¿Como que te caíste?!-. Grito desesperada.

-Pero no paso nada, señora-. Me defendió Fernanda.

-Esta bien, de acuerdo-. Respiro un poco para tranquilizarse.- Vamos, llegaran tarde a la escuela-.

-Ya vamos-. Bufé.

Fernanda y yo, ya listas, nos subimos al auto de mi mamá. Ahí hubo un rato de silencio. Pero luego volvimos a reír como antes. Al parecer mi mamá ya no tenia la misma confianza de antes. Así que nos dejo una casa antes de la escuela. Fernanda y yo nos bajamos del auto. Me despedí de mi mamá levantando la mano y caminamos hacia la escuela. Al entrar, en la puerta, estaba una maestra. No se la veía muy feliz. Creo que por nuestra escenita de ayer. Fernanda y yo entramos con la cabeza agachada. Cuando ya íbamos en las escaleras, nos miramos y reímos. Parecía cárcel con todos los maestros por todos lados. No querían que volviéramos a escapar. Eran las 7:30 AM así que teníamos aun mas tiempo.

-¡Samantha, Fernanda!-. Gritaron unas voces a nuestras espaldas. Parecían ser de... me voltee... si, eran Sam y Logan.

-¡Sam!-. Exclame mientras lo abrazaba.

-¿Que hacen aquí?-. Dijo Fernanda mirando a Logan.

-Bueno, es que necesitamos advertirles de algo...-. Dijo Logan. El y Sam se miraron por un momento.

-¡Ya digan!-. Gritamos Fernanda y yo al mismo tiempo.

-¿Recuerdan el señor que las quería asesinar?-. Nos preguntó Sam con cierto tono sarcástico.

-Si, ¿por que?-. Dije yo imitando los movimientos de Sam.

Logan y Sam guardaron silencio por un momento. Parecía que era algo malo por la forma en que sus caras de deformaron levemente.

-¡¿Por que?!-. Repitió Fernanda gritando y alzando las manos desesperada.

-¡El las esta buscando!-. Gritaron Sam y Logan al unísono. Después los dos tomaron un poco de aire. -Y no para pedir perdón si es que me entienden-. Dijo Logan haciendo comillas en "pedir perdón".

-No los entiendo... ¿para que m*erdas nos esta buscando?-. Dijo Fernanda enojada.

-¡Si! ¿Para que?-. Dije siguiendo la idea de Fernanda.

-Es que el... el... ¡Les quiere hacer daño!-. Dijo Sam pronunciando aun mas alto en la ultima frase.

Fernanda y yo nos miramos. Estábamos asustadas. Teníamos unas cara de horror. ¡Volvió a pasar!. Apenas podíamos respirar. Esa sensación de adrenalina y peligro volvió a nosotras.

Shining In The Dark. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora