Fernanda
Estaba en una habitación. Sola. Estaba oscuro. Apenas podía ver. Parpadee un par de veces para acostumbrar mi vista a la oscuridad. Me comenzó a dar un dolor de cabeza horrible. ¿Donde m*erdas estoy?. Lo ultimo que recuerdo es que estaba en mi tienda con Dana y vino un chico. No lo recuerdo bien. Pero se me hacia familiar. Lo que sea, el punto es que ahora estoy en una habitación desconocida. Y al parecer me secuestraron. M*erda. Me sigue doliendo mi cabeza. ¡Ouch!. Me pare del suelo. Porque estaba acostada en el suelo. Es decir, el idio*a que me secuestro ni siquiera se molesto por darme una cama. En fin, me levanto y me dirigí a lo que parecía ser la puerta. O eso creo . Digo, no veo nada. Toque todo hasta que pude sentir una perilla. ¡La puerta!. La encontré. Ya era hora. La gire y... nada. No se abrió.
Pues claro. ¿Que pensabas? ¿Que quien sea que te halla secuestrado te iba a dejar la puerta abierta para que salieras corriendo?.
¡Me duele la cabeza horrible! Creo que me acabo de desmayar. No pienso con claridad, dejame.
No te aguantas nada. Lo que sea, ahora ve y busca una salida ¿si?.
Lo haré sólo porque no quiero seguir discutiendo.
Claaro.
Seguí tratando de abrir. Pero los intentos eran inútiles. Además, me dolía la cabeza... y todo lo demás. Así que caí al suelo recargandome en la puerta. De repente se escucho una voz en el cuarto de al lado.
-¡Hey! Saquenme de aquí-. Grito golpeando la puerta. Bueno, por lo menos así sonaba. -O bueno, saquen nos-. Se corrigió. Se me hacia conocida esa voz. Siguió golpeando sin respuesta.
-¡Callate!-. Le grito otra voz al otro lado.
-¡No! Porque quiero y puedo-. Respondió. Entonces supe de quien se trataba. Samantha. Era obvio.
De ahí ya no pude escuchar nada más ya que una persona entro. Por cierto, cuando entro la persona, que sepa quien sea, hizo que me cayera hacia atrás porque estaba recargada en la puerta. Me pare rápido para no quedar tan pequeña al lado de el. Aunque lo soy, lo se. En fin, retrocedí a lo que el entraba. Encendió una luz a lo que yo pude ver bien su rostro. Era como tres metros mas grande que yo. Bueno no, exagero. Era uno centímetros mas grande que yo. Sus ojos eran azules, tenia tes blanca y cabello castaño claro. Era delgado y... bueno, se veía atractivo.
¡Fernanda! Sacate esa estúp*da idea de tu cabeza. ¡Es tu secuestrador, por amor de Dios!.
Rodé los ojos mentalmente y me dispuse a ver fijamente a mi secuestrador. El entro, finalmente, y cerro la puerta detrás de el. Entonces, se acerco y abrió la boca para hablar.
-Hola, Fernanda ¿cierto?-. Pregunto mirándome. Me miraba sin mostrar sentimiento alguno. Yo asentí levemente.
-¿Que este lugar? ¿Y por que estoy aquí?-. Pregunte con un hilo de voz. Era una pinch* niña de ¡12 AÑOS!. ¡¿Como se atrevían?!.
-Larga historia, niña. Sólo te diré que... esto sera divertido-. Dijo con una sonrisa arrogante. Esto no me esta gustando. Se acerco a mi. Yo retrocedí una vez mas.
-Ehh... ¡atrás!-. Lo empuje. -Por lo menos... dime tu nombre-. Dije para matar el tiempo. No quería que hiciera conmigo lo que el quisiera.
-Soy... Dane. Ahora, haré esto quieras o no-. Me amenazo mientras seguía acercándose a mi. Retrocedí tanto que me estrelle contra un pared. Genial. Muchas gracias pared.
-¿Por que haces esto? Ni siquiera nos conocemos-. Le reproche mirándolo fijamente. Años estaba enojada. Que se agarre los calzones.
-Porque quiero y puedo. Fin. Deja de resistirte-. Dijo. Tomo una de mis muñecas y la alzo pegándola en la pared. Entonces me beso. Pero era un beso malo... sucio. No lo se. Se sentía... mal.
-¡Dejame!-. Le grite empujándolo. O eso intente porque no se movió ni un centímetro. Sólo rió.
Entonces comencé a golpear su pecho. El apenas se movía. Es decir, soy una niña apenas. ¿Que querían que hiciera?. El seguía haciendo lo que hacia hace unos segundos. Una lágrima se escapo. Seguí golpeándolo y pateándolo. Pero nada. El muy maldito seguía tratando de abusar de mi. Entonces paso. Vino a mi mente su único punto débil. Le patee los bajos. Le dolió. Pero se aguanto. Yo aproveche para librarme de el y salir lejos pero, oh problema, la puerta estaba cerrada. Soy toda una genia.
Lo se.
Si no vienes a hacerme sentir mejor. Por allá esta el camino.
Lo que sea. Suerte, niña... la necesitaras.
Aveces me cae mal mi conciencia ¿saben?. En fin, corrí por roda la habitación tratando de buscar un salida. La ventana. Simplemente la rompo y ya ¿no?. Corrí hacia la ventana dispuesta a romperla de algún modo cuando sentí unas manos tomar mi cintura. Entonces comencé a patalear. El prosiguió a seguir haciendo lo que hacia antes sin percatarse de mis intentos de escape. Era inevitable. No podia hacer nada. Entonces paso... oficialmente abuso de mi...
-Hemos terminado-. Dijo sonriendo malvadamente hacia mi. Yo estaba en un rincón hecha bolita.
Entonces enterré mi cabeza entre mis rodillas y comencé a llorar. Lloraba silenciosamente. Pero de todos modos soltaba pequeños sollozos aveces. El se percato de eso y me miro ahora mas ablandado.
-Mira, Fernanda, probablemente arruine tu hermosa infancia pero... bueno, a mi sólo me dijeron lo que tenia que hacer-. Me dijo acercándose hacia mi. Yo levante la mirada. A estas alturas, creo que mis ojos estaban rojos e hinchados.
-¿Quien fue?-. Pregunte con coraje. Si fue Ivan les juro que lo castro aquí y ahora.
-Pues... Ivan-. Respondió bajando la voz. Miro a todos lados antes de seguir. -Debo admitir que, viéndote con atención, eres muy... linda-. Comento agachándose. Yo lo mire fijamente.
-Creo que, a estas alturas, no tienes el derecho a decirme eso-. Le reproche. Me seque las lágrimas. Estaba mas calmada. Sólo un poco.
-Lo se. Si te sirve de algo, yo no te conocía, no sabia lo que hacia ni a quien me enfrentaba sólo recibí ordenes y las cumplí-. Respondió con la mirada agachada. Yo lo mire atentamente. Parecía arrepentido. ¿Enserio una persona podría ser tan bipolar? Al parecer si.
-No te entiendo, hace unos segundos parecías tan seguro de esto-. Volví a rematar con otro reproche. El alzo la vista hacia mi.
-Y lo estaba... sólo que, al verte llorar, me di cuenta de que eres una niña y... bueno, es muy feo que arruinen así a una niña-. Dijo. Sus ojos azules penetrando los mios.
-Pero, ¡¿Por que m*erdas lo hiciste?!-. Pregunte alzando la voz. No lograba entenderlo. Es tan difícil. ¡Dios!.
-¡No lo se! ¿Si? Sólo... lo hice y ya. Fin. Ahora, lo siento ¿si?-. Dijo subiendo aun mas la voz. Yo me encogí al sentir tal subidón.
-¿Disculpa? ¿Acaso dijiste lo siento?-. Pregunte poniendo una mano en mi oído. El rodó los ojos.
-¡Si, Dios mio! Que acaso estas sorda ¿o que?-. Me grito desesperado. Creó que no era buena idea gritarle así. Me volví a enconger. -Lo siento, lo siento... aveces exploto así. En fin, el que si conoce a la chica con la que hará eso es... Sam creó que se llama-.
Entonces recordé que Samantha estaba en la habitación de enseguida pasando por lo mismo. Pero nunca pensé que fuera...
-¡¿Sam?!-. Pregunte sorprendida. Y enojada, a la vez. El asintió. ¡Yo si lo castro!.
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Shining In The Dark. ©
AdventureSoy Samantha, vivo con mi mamá en una aburrida casa con un aburrida vida y voy a una aburrida escuela. Tengo 13 años. Lo bueno de todo esto es mi mejor amiga, Fernanda ella vive con su mamá igual. Ella tiene 12 años. Y esta igual de aburrida que yo...