Capítulo 64: Tenemos que crecer.

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Samantha

Después de un tiempo los policías nos conducen hacía una de las patrullas. Nosotras los seguimos en silencio.

Sigo pensando en lo que hablamos recién con Fernanda. Realmente no quiero dejarlos atrás. Pasamos tanto con ellos. Me duele pensar una vida sin ellos. Una vida normal...

Cuando por fin llegamos a la patrulla, algo llama mi atención. Dos figuras. Unas figuras muy familiares. Esperen...

-Fernanda-

-Samantha...-

-¿Mamá?-. Decimos Fernanda y yo al unísono.

-¿Qué hacen aquí?-. Pregunto incrédula.

Mi mamá pasa su mirada por los dos bultos en mis brazos. Es cuando recuerdo que aún llevo a los bebés cargando.

-¿Son tuyos?-. Los señala con las dos cejas levantadas.

Fernanda me quita a Manuel de los brazos para luego cargarlo ella. Puedo ver como su mamá palidece mirándola completamente sorprendida. Pero por ahora me concentro en mi muy confundida madre.

Dios, como nos va a ir...

-Si, lo es..-. Respondo su pregunta después de un silencio. Agacho la cabeza y alzo ligeramente a Lizzie dándole a entender que sólo ella es mi hija.

La mirada reprovatoria de mi mamá me hace saber que está sumamente decepcionada de mi. Eso hace que una extraña sensación se forme en mi estómago.

-¿Cómo puede ser posible que hayan terminado así?-. Pregunta tomándome por los hombros en un gesto preocupado. La expresión dura que llevaba se ablandó un poco.

-Es una larga historia, mamá...-. Digo con una sonrisa triste.

Sigo sin sacarme de la mente el hecho de dejarlos atrás.

-Ya me contarás, ahora tenemos que irnos-

Y sin decir nada más me toma de mi brazo libre con más fuerza de la que debería y comenzamos a caminar con Fernanda y su mamá por un lado.

Sé cuán enojadas deben estar. Se, también, que hacen todo por controlarse ahora.

Nos subimos a la patrulla. La mamá de Fernanda y la mía van adelante con el policía y nosotras en la parte de atrás. Todo está en silencio. Y bien que Fernanda está pensando sobre eso.

Así que me permito pensar en lo que vamos a hacer... En realidad, me mata en niveles inimaginables la idea de dejar a la persona que amo. Me mata tanto tener que seguir adelante como si nada de esto hubiera pasado. Además, por si fuera poco, el estado de Cole no ayuda en lo absoluto.

En ese instante mi corazón da una voltereta y se estruja otro poco.

Dios mío, que este bien.... Por favor...

Comienzo dar unas cuantas respiraciones profundas en intentos fallidos de aminorar las inmensas ganas de llorar que tengo de repente.

No llores, no llores, no llores. ¡Mierda, no llores!

De repente siento una mano posarse en mi hombro. Entonces volteo con Fernanda, quien me dedica una sonrisa tranquilizadora, pero le ha salido más como una mueca preocupada.

Yo le devuelvo el gesto, que me ha salido de la misma forma.

-Tenemos que ir a despedirnos-. Susurra mirando al frente para asegurarse que no la escucharon.
Hago una mueca de desagrado.

Shining In The Dark. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora