🧸 [𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷𝟫] 🧸

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𝑃𝑎𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑...
¿¡𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑗𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑓𝑎𝑐𝑖𝑙

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Ante la retirada de los Londra, LaFuente y Lombardo de la casa, solo quedaron Cucco, a pedido del mismo Mauro, los viejos de este y la madre de Spallatti, quienes no querían irse a sus casas hasta no saber si Mateo había logrado tranquilizarse por completo y si podían ofrecerles algo de ayuda a los primerizos padres. Quienes sin saberlo, estaban atravesando por una de las tantas difíciles situaciones que todo padre o madre de familia tenía que afrontar en su momento y esa era tener que lidiar con una situación que los pusiera al extremo, y los posibles problemas psicológicos que el morocho podía estar teniendo, entraban enormemente en esa categoría.

—¿Qué creen que están haciendo? — Mauro les pregunta a todos, más que ansioso por lo que Matías haya hecho para que Mateo hubiera dejado de gritar y sollozar.

—No lo sé, pero sea lo que sea funcionó bastante bien. — Natalia comenta con intranquilidad, porque no quería que su hijo resultara lastimado ante todo lo que estaba ocurriendo.

—Nunca me imaginé, que el viejo de Mateo se hubiera comportado como todo un hijo de puta con él. — Sergio dice, creyendo firmemente que el progenitor del morocho no era más que un cobarde. Porque se había atrevido a levantarle la mano a su propia sangre y lastimar a dos mujeres inocentes, que solo buscaban defender al rizado de sus ataques impulsivos y salvajes.

—Definitivamente Pedro es de lo peor. — el ojiverde suelta de inmediato. —Era tan prepotente y grosero, que no quiero pensar en todo lo que Mateo ha tenido que aguantar con él todo estos años. — indica, recibiendo de parte de su madre un té de manzanilla. —Mamá, te dije que esto no era necesario. — se queja, aunque no quería ser grosero ante el gesto que la contraria había tenido con él.

—Nada de peros jovencito, que te va hacer bien para relajar un poco los nervios. — la mayor indica, no dándole oportunidad a que su hijo se negara a tomar lo que le había dado.

Así que el peliblanco comenzó a dar pequeños sorbos, arrugando un poco la cara al no estar tan acostumbrado a beber ese tipo de cosas. Siendo Matías el único que le gustaba consumir tes, para tratar de mantenerse relajado y tranquilo de una manera natural, más que todo cuando el estrés del trabajo estaba a punto de hacerlo colapsar.

Los minutos siguieron pasando y no había ninguna señal de parte de Matías, ni de Mateo, algo que empezaba a preocupar demasiado al ojiverde, quien no deseaba desconfiar en nada de su pareja. Al pensar erróneamente que este le había hecho algo malo al pequeño morocho, pero sabía que Spallatti era incapaz de hacer una cosa semejante como esa.

Por su ya conocido y duro pasado, y sus creencias de no levantarle la mano a nadie, solo para defenderse cuando su integridad física y emocional corriera peligro, pero mientras tanto eso no iba a suceder.

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—¿Y los demás ya se fueron? — es lo primero que Matías pregunta, al regresar de dónde estaba antes. Con el cabello un poco húmedo, con ropa muy diferente a la que andaba puesta antes y sin la compañía del rizado.

|| Paternidad... ¿¡Quién carajos dijo que era fácil!? : Litcko  ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora