🧸 [𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟦7]🧸

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𝑃𝑎𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑...
¿¡𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑗𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑓𝑎𝑐𝑖𝑙!?


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Familia...
Es un concepto que la mayoría domina o al menos sabe de cómo estaba conformado, ya que es algo que sabemos si o si, siendo bastante sustancial en nuestras vidas, como lo puede ser respirar o comer algo.

La familia podía estar conformada de diferentes maneras, pero aun así, iba a seguir manteniendo su mismo significado y valor. Porque su importancia es tanta, que al final del día se vuelve una parte importante para nosotros mismos.

Cosa que Mateo estaba disfrutando demasiado y aprendiendo al máximo, porque ahora sí tenía una verdadera familia a la cual recurrir cuando se sentía triste, asustado o confundido, obteniendo toda la atención, pero sobre todo amor.

Todo el amor que siempre espero recibir de alguien más que no fueran sus nanas o su nona Nora, quien de vez en cuando lo iba a ver a su casa, y eso que aquella se comportaba un poco fría con él por pequeños instantes.

Pero ahora todo eso quedaba atrás, porque ahora mismo tenía a Mauro y a Matías, quienes le daban todo el amor y cariño que quería, hasta más de ser posible. Llenando de esta manera su frágil corazón con mucha alegría y formando una pequeña pero eterna sonrisa en su rostro, a causa de todo esto y más.

Y qué mejor cosa para seguir disfrutando de todo este amor, que pasar tiempo con quiénes quería tanto, siendo la cita ya acordada con Natalia, lo que el pequeño necesitaba para iniciar su fin de semana como debía de ser. Teniendo a Monzón y Spallatti cerca en todo momento, aunque más que todo por si se llegaba a dar una situación que lo pusiera nervioso, pero con la rubia eso era prácticamente imposible.

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¡Nataliaaaaa! — Mateo grita emocionado, a la misma vez que corría en dirección de la mayor.

Habiendo llegado junto con sus padres adoptivos a la casa de la antes mencionada, la cual les había abierto la puerta.

—Hola Mateo. — Vinscontti saluda al pequeño más que emocionada, cargando a este mismo sin perder el tiempo, ya con un poco más de confianza para hacerlo. —¿Cómo estás chiquito? — consulta sonriente.

—Estoy bien, estoy muy bien. — Mateo responde igual de sonriente que la contraria, aunque voltea rápidamente el rostro para estornudar un par de veces.

—Salud, chiquito. — Monzón dice, estando un tanto preocupado por esos estornudos repentinos que el menos tenía, ya que el morocho no había parado de estornudar desde aquella noche. Habiéndole dado, al día siguiente, un poco de medicina para que no siguiera estando de esa manera, aunque eso había servido de poco, aparentemente.

—Gracias Mau. — el rizado dice, restregando un poco su nariz, para después volver a poner su atención en la contraria. —Vine para que hagamos las galletas en forma de gatitos. — informa como primer punto. —Y también para ver cómo estaba. — agrega, sacándole una pequeña risa a la rubia, quien juega un poco con el cabello del contrario para después ponerlo en el piso.

|| Paternidad... ¿¡Quién carajos dijo que era fácil!? : Litcko  ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora