🧸 [𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟥𝟫] 🧸

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𝑃𝑎𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑...
¿¡𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑗𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑓𝑎𝑐𝑖𝑙!?

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—Creer es tan difícil, ya no hay tiempo para jugar, ni para divertirse. — eran las quejas que Mateo le decía a una persona muy especial. —Ir al colegio es horrible y aburrido. — agrega, mientras levantaba una taza de juguete y la llevaba a sus labios, simulando que bebía algo de esta misma. —Lo bueno es que vos estás chiquita, así que no vas a ir al colegio todavía. — agrega.

P-pero mi ma-ami, di-ce qu-e el col-egio es dive-rtido. — Isabel contesta confundida por todo lo que Mateo le decía, aunque más bien no lo entendía como el otro quería que lo hiciera.

—Porque tu mamá es maestra, y las maestras siempre dicen eso para que vayamos al colegio. — es lo que el morocho alega, mientras se acomodaba de mejor manera en su asiento. —Qué difícil es ser alguien grande — se vuelve a quejar, mientras ponía la cara sobre la mesita en la que estaba jugando a la hora del té con la rubia.

—¿T-tan fe-o es i-ir al col-egio? — Isa consulta ya un tanto preocupada y asustada, porque desde que Mateo llegó, este no paraba de repetir lo mismo de siempre.

A lo que el morocho le iba a decir que sí, que era el peor lugar del mundo y que tenía que pedirle desde ya a sus papás que no la mandarán al colegio, porque si no la iba a pasar muy feo, como él cuando ingresó por primera vez. Pero al ver la expresión de preocupación pura de la contraria, no tuvo el corazón para mentirle tanto a la cara, ni mucho menos infundirle un miedo que aún no había experimentado, o que si iba a llegar a tener cuando su momento de ir a clases llegará.

Más o menos, al que yo iba antes sí era bastante feo, porque nadie quería jugar conmigo. — Mateo le confesó decaído, recordando a la misma vez esos amargos recuerdos. —Nadie quería jugar conmigo, no tenía ningún amigo y todos me trataban mal. — murmura, con el labio inferior temblando un poco y con unas cuantas lágrimas cayendo por sus regordetas mejillas.

Y-ya T-teo, y-ya no llo-res. — Isa le pide al mayor, a la misma vez que le acariciaba la carita, tal como su papá hacía cuando ella se sentía triste y empezaba a llorar como Mateo lo estaba haciendo en este preciso instante.

—Es que el colegio es feo, y yo no quiero ir. — el morocho se quejaba en voz baja, no deseando atraer la atención de Mauro y Matias.

—¿Y-y si le deci-s al tío Ma-uro qu-e no quie-res ir? — la nena sugiere, refiriéndose a Monzón como su tío, a pesar de no compartir ningún lazo de sangre con aquel. —Ta-l vez si se-e lo pe-dís de fav-or qui-zás lo hag-a. — agrega, sirviendo más té imaginario en la taza que Mateo tenía.

—No va a funcionar, porque ya lo intente. — Mateo responde, empezando a estresarse con lo que pasaba, pero de un momento a otro tuvo una maravillosa idea. —Isa. — llama a la rubiecita, quien solo se le quedó viendo. —¿Me puedes hacer un favor? — consulta con una traviesa sonrisa formada en los labios.

—S-si, ¿Q-que pas-a? — aquella acepta, no teniendo ni la más mínima idea de lo que Mateo le iba a pedir, pero si podía ayudar en algo a su amigo sin importar su corta edad lo iba a hacer.

|| Paternidad... ¿¡Quién carajos dijo que era fácil!? : Litcko  ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora