🧸 [𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟦𝟪]🧸

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𝑃𝑎𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑...
¿¡𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑗𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑓𝑎𝑐𝑖𝑙!?




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Las galletas ya están listas, aunque solo falta decorarlas un poco. — Natalia anuncia contenta, una vez que terminó por sacar las galletas del honor junto con ayuda de su hijo y su yerno.

Para después tomar una manga pastelera con glaseado dentro, y darle de esa manera el toque final que las galletas necesitaban, para verse más atractivas y deliciosas tanto a la vista como al gusto: —Mateo, ¿Querés decorar unas galletas? — consulta, buscando al pequeño en algún sector de la cocina, pero este no estaba donde ella pensaba. —¿Mateo? — dice confundida, al no ver a su nieto por ningún lado, aparentemente.

—Mateo, mi amor, ¿Dónde te metiste? — Monzón le habla al morocho, yendo a buscarlo a alguna otra parte de la casa.

Encontrándose con el menor en la sala, recostado en un sofá pequeño, respirando de manera agitada y tosiendo despacio un par de veces.

¿Qué te pasa bebé? — el ojiverde inquiere, tocando la frente de aquel. —Pero si estás hirviendo en fiebre. — comenta preocupado, tomando al pequeño entre sus brazos, quien no puede hacer más que quejarse por haber sido levantado de dónde estaba plácidamente recostado.

—No, déjame ahí, déjame ahí. — Mateo pide, queriendo volver a recostarse en el sofá. Por lo que lucha un poco para zafarse de los brazos del ojiverde, pero al final no termina obteniendo un buen resultado. —Mau, me siento mal. — informa con los ojitos llorosos y rojos, respirando y soltando un incómodo aire caliente del interior de su cuerpo.

—Si mi amor, no te ves nada bien. — Mauro responde, a la misma vez se ponía de pie con el pequeño y se acercaba a dónde estaba Spallatti. Quien también termina poniendo una de sus manos en la frente del menor, solo para confirmar lo que su pareja había dicho hace algunos segundos.

—Creo que tiene gripe. — el mayor comenta con una mueca, recibiendo también una queja por parte de Mateo por haberlo tocado.

—No me toques Mati, no me toques. — el pequeño anuncia, estando más que sensible y quejumbroso, por lo que Spallatti no lo toca más. —Mau, quiero irme a casa, quiero irme a la casa. — anuncia, olvidándose de esa manera las galletas que había venido hacer con Natalia.

Ya mi amor, ya nos vamos a la casa. — Monzón le responde al morocho. —Aunque sería bueno llevarte con un doctor para que te revise. — informa, a pesar de que el padecimiento del pequeño no fuera más que una "pequeña" gripe. —Para que así nos recomienden algunas medicinas, y que puedas curarte lo más antes posible. — agrega, pero Mateo solo niega un par de veces por lo que terminó oyendo.

Yo no quiero ir con el doctor. — el rizado dice, tosiendo un poco en el proceso. —Yo no quiero volver a ver un doctor. — murmura temeroso. —Yo no quiero que me hagan algo de nuevo con una aguja y un hilo en la frente otra vez. — confiesa con los ojos aguados.

Buscando en esta ocasión, y de manera voluntaria, a pesar de lo que había dicho antes, los brazos de Matías, quien lo acepta sin dudar, haciendo todo aquello solo en busca de un poco de consuelo.

|| Paternidad... ¿¡Quién carajos dijo que era fácil!? : Litcko  ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora