🧸 [𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟧𝟪]🧸

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𝑃𝑎𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑...
¿¡𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑗𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑓𝑎𝑐𝑖𝑙!?


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Después de que Nicole consiguiera calmar a Matias, este terminó tomando una larga siesta, la cual se prolongó hasta la mañana siguiente. Y todo porque se sentía demasiado cansado, siendo la causa de eso, la fuerte crisis emocional por la que pasó.

Algo que preocupó seriamente a Mauro, quien también tuvo que ocuparse de un asustadizo Mateo.

El cual permaneció en su habitación todo lo que quedó de ese día, saliendo únicamente para ir a comer, tomar un baño de burbujas. Ya que el ojiverde le dijo que eso posiblemente lo haría sentir mejor, algo que obviamente no pasó, pero al menos lo intentó, y hacer sus necesidades.

Solamente para eso, y nada más.

A lo que Monzón tuvo que dividirse entre vigilar a Matías, y tratar de hablar con Mateo, debido a que le parecía muy importante que el menor expusiera sus miedos con él, para así tratar de ayudarlo de cualquier manera posible.

Pero todo lo que el ojiverde hacía referente a ese tema terminaba en un gran fracaso, dejando de intentarlo cuando sintió que el morocho solo se estaba estresando más de la cuenta. Y lo menos que él deseaba, era agregar otro motivo más, para que el menor se sintiera más incómodo de lo que estaba.

Por lo que espero que el día siguiente, fuera mejor que este. Y que así, todo lo malo que había pasado, terminará en el olvido, como todas aquellas malas situaciones que habían pasado antes.

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El desayuno no fue lo que Mauro pudo haberse esperado, porque ni Matías, ni Mateo tenían ánimos de probar bocado. Permaneciendo inmóviles enfrente de sus platos, mientras veían con desánimo y suspiraban llenos de cansancio.

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Che, se les va a enfriar la comida. — Monzón les señala a los contrarios, quienes no hacen más que una muequita con sus labios. —Vamos, al menos coman algo. — pide. —En especial vos Matías. — comenta, porque el otro no había comido desde ayer en el desayuno y se podía enfermar a causa de ello.

—No tengo apetito. — Spallatti responde con un ligero dolor de cabeza acompañando sus palabras.

Y a mí me duele el estómago. — Mateo habla, intentando pasar al menos un bocado por su garganta. Pero se le hace simplemente imposible, por lo que devuelve el bocado envuelto en una servilleta.

¿Qué tanto te duele, mi amor? — el ojiverde le consulta al menor, más preocupado que antes por cómo los estaba afectando el incidente de ayer.

Mucho... bueno... un poquito... — el morocho señaló de manera vacilante.

A lo que Monzón suspiraba cansado para después decir algo: —Está bien, no comas nada, pero al menos intenta tomarte el zumo despacito, ¿Si? — pide, consiguiendo que el otro empiece a tomar pequeños tragos del zumo de mandarina que el mayor le había servido. —Y vos también Mati. — le dice a Spallatti, quien sigue con una mueca dibujada en su rostro.

|| Paternidad... ¿¡Quién carajos dijo que era fácil!? : Litcko  ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora