🧸 [𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟶𝟩] 🧸

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𝑃𝑎𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑...
¿¡𝑄𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑗𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑗𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑟𝑎 𝑓𝑎𝑐𝑖𝑙

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Buenas tardes. — Mauro saludó a una de las nanas del morocho, cuando la siguiente fase de su trabajo había dado inicio. —¿Están los señores en casa? — cuestionó con un tono bastante formal y poco típico en el, bueno teniendo en cuenta que solo lo utilizaba cuando estaba en su laburo.

—No, ambos están en sus trabajos. — la mujer respondió con mucha desconfianza. —¿Pero quién es usted? — ella preguntó, no sabiendo si debería de cerrar la puerta y seguir con sus quehaceres o quedarse hablar con el ojiverde.

—Verá, yo vengo a tratar un asunto sumamente importante, que tiene que ver con...

—¡Mauro! — Mateo gritó, apareciendo repentinamente en la puerta, interrumpiendo en gran manera a Monzón, quien sonrió al verlo tan animado.

—Hola peque. — él le saludó un poco más relajado. —¿Cómo estás? — le consultó curioso.

—Bien, me siento bien. — Palacios contestó con los ánimos al cien. —Pero me siento mucho más feliz al ver que si cumpliste con tu promesa de volver a verme. — comentó, dando un par de saltitos, sorprendiendo enormemente a su nana.

—Mateo. — ella lo llamó. —¿Vos lo conoces? — preguntó aún sin entender nada de lo que pasaba.

—Si, él se llama Mauro y es muy bueno conmigo. — el mejor dijo rápidamente sin dejar de sonreír.

—Mateo, ¿Dónde te metiste ahora? — la otra de las mujeres encargadas de cuidar al pequeño morocho hablo apareciendo en la puerta, llevándose la misma sorpresa que su compañera.

—¡Amelia! ¡Mira! — Mateo exclamó eufórico. —El se llama Mauro, lo conocí en el colegio y me dijo que me iba a volver a ver y si cumplió con su promesa. — confesó sin dejar de sentirse emocionado, porque era la primera vez que un adulto aparte de sus nanas cumplieran con alguna cosa que le decían. —Mauro, ¿Queres jugar conmigo y mis juguetes en mi pieza? — consulto, creyendo que el otro aceptaría de inmediato.

—Me gustaría mucho chiquito, pero antes de eso tengo que hablar con ellas. — Mauro respondió señalando a las dos mujeres, que se tensaron de inmediato.

—Nosotras no tenemos que hablar con nadie acerca de nada. — Amelia dijo de inmediato, atrayendo lentamente a Mateo hacia ella.

—Eu, ¿Por qué haces esto? — el rizado habló más que confundido, no entiendo nada de lo que ocurría a su alrededor, pasando por alto la enorme tensión que se había formado en cuestión de segundos. —¿Entonces no puedo jugar con Mauro? — les pregunto a ambas, quienes respondieron que "No" de inmediato. —¿Por qué no? — consultó de nuevo, sintiendo muchas ganas de ponerse a llorar al seguir sin comprender nada. —¿¡Por qué no puedo jugar con él!? — gritó, empezando armar una fuerte rabieta. —¡No es justo! ¡Alguien quiere ser mi amigo y ustedes no lo dejan que lo sea! — exclamó furioso, el mentón temblando y un par de lágrimas cayendo ya por sus mejillas.

—Vamos Mateo, no te pongas así. — Mauro habló, interviniendo en la situación, haciéndose paso entre las dos mujeres para estar cerca del pequeño. —Ellas sabrán porque no quieren que juguemos ahora, pero te prometo que en otra ocasión jugaremos hasta el cansancio. — indicó, intentando ser dulce y calmar lo máximo posible al rizado, quien hipaba y sollozaba sin parar.

|| Paternidad... ¿¡Quién carajos dijo que era fácil!? : Litcko  ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora