♡ Gregory ♡

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El olor a tierra mojada inundaba mi olfato, las pequeñas gotas del rociador caían en mis pies descalzos mostrándome que el bochorno podía acabarse. El sol golpeaba mi cara de una manera tan cálida que simplemente pude cerrar mis ojos para disfrutar lo bello del día.

—Mamá —balbuceó Luna a mi lado.

Estaba sentada, con sus piernas regordetas estiradas frente a su cuerpo. Sus cabellos rizados y rubios bailando con cada movimiento de su cuerpo, esos grandes ojos azules mirándome con una sonrisa.

Había pasado un año desde todo lo que había sucedido. Habíamos construido Alexandria en equipo y ahora podía decir que estaba mucho mejor que antes. El huerto era tres veces más grande, la iglesia en reparación, molinos de viento, energía solar y una comunidad más unida era lo que nos había traído todo.

Sonreí cuando Luna se levantó del piso, tratando de encontrar equilibrio, con una sonrisa preciosa de bebé. Me hice unos centímetros atrás, extendiendo mis brazos, incitando a que caminara.

Hizo una cara de concentración y caminó tambaleándose en mi dirección, mis risas e incitación se hicieron cada vez más emocionantes. Con lágrimas en mis ojos cuando por fin llegó, sosteniéndola en mis brazos dando besos en su carita, escuchando su carcajada.

—¡Mi nena preciosa! —exclamé levantándola al aire.

Escuché el sonido de la cámara haciendo que volteara rápidamente encontrándome con un Jason sosteniendo una cámara instantánea, en su mano mostró la foto.

—Hermosa —comentó, dándome la mano para levantarme.

—Ya sabía, gracias por recordármelo —contesté afirmando mis brazos en Luna.

—Irás con todos a la ciudad, ¿no?

—Así es —asentí con la cabeza caminando por la calle principal —¿Tienes noticias de Daryl?

—Creo que irá, los huertos en el Santuario murieron. Creí que estabas al tanto de eso.

Lo estaba, Daryl y yo éramos los encargados de controlar a la gente del Santuario, pero después de una gran pelea con mi marido tomé mis cosas y regresé a Alexandria.

Nuestra relación estaba en la cuerda floja, incluso cuando estábamos en El Santuario casi no nos mirábamos. Se iba muy temprano por la mañana y regresaba por la tarde. Los descontentos llegaron cuando comencé a ser la cara del lugar y a él no le pareció.

No tanto por pelear el liderazgo, era más que nada porque él odiaba la idea de verme como una posible líder. Aunque eso no era verdad, nadie era líder de nada. Solo éramos quienes mantenían el orden.

Hace dos días que no lo miraba, y ya había regresado a Alexandria desde hace una semana. Al principio llegó para discutir sobre mi inmadurez, después yo lo llamé para discutir sobre su egoísmo y así hasta que simplemente dejó de venir.

Llegamos a mi casa en Alexandria, en el porche estaban Norman y Judith pintando sobre una hoja blanca. Mi hijo tenía su cabello largo amarrado en una coleta baja para que no estorbara con su sombrero de Sheriff.

Y es que era como tener a Carl entre nosotros. Aprendió todas las cosas buenas de su hermano mayor, y era el cuidador oficial de sus hermanas a su poca edad.

Mi hijo era muy joven, pero la vida lo obligó a pasar esa etapa.

Caminé escaleras arriba para llegar a mi habitación donde las paredes seguían barnizadas. De toda la casa fue el cuarto donde menos desastres hubo, lo que fue anillo al dedo teniendo en cuenta que no tenía ayuda de mi marido para sostenerme.

la familia ♡ daryl dixon ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora