♡ Tormenta ♡

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Había establecido una rutina para aminorar el dolor que seguía clavado en mi pecho. Cada día me despertaba a las 6:20 a.m. para poder ir a donde nuestros animales estaban y poder alimentarlos; después pasaba a la despensa que teníamos en la comunidad para contar qué nos hacía falta; paseaba a Perro por toda Alexandria, siendo sólo nosotros dos; llegaba a mi casa hasta las ocho de la mañana para poder preparar el desayuno de Negan, había aumentado las porciones desde que salió para ayudarme. Esperaba con él hasta que terminara, siempre me hablaba de cosas sin importancia, yo nunca contestaba, sólo me sentaba deseosa que terminara rápido. Cuando regresaba, Judith ya estaba despierta junto a R.J. preparados para salir a sus clases, yo les preparaba el desayuno y los acompañaba hasta la puerta de entrada.

Para cuando mi esposo e hijo despertaban ya los esperaba una casa limpia, una mesa puesta y diferentes platillos de comidas. Michonne saludaba casi siempre diciendo que se iría para ocuparse de algunos temas, sonriendo en agradecimiento por los alimentos. Norman se despedía para irse con Andra, seguido de él salía Daryl no sin antes besar mis labios suavemente.

A medio día iba a las tumbas, donde mis hijos descansaban. En la de Carl, sobre el bulto de tierra, había cantidad de piedras inusuales que me había encontrado en el bosque, también sobre su cruz yo había dejado la sobaquera que le había pertenecido. A su lado estaba Luna, con flores recién puestas sobre ella, su muñeca favorita descansaba sentada frente a la cruz. En este lugar meditaba, hablaba con ellos principalmente. Les decía lo que pensaba, cómo me sentía, lo mucho que les extrañaba.

Había pasado un mes desde el incidente, jamás creí que podría salir adelante. Fue un mes de lucha constante contra mis propios sentimientos, jamás me había sentido tan débil en toda mi vida. La muerte de mi hija me dejó la enseñanza más grande de todas: en un mundo como este, ser bueno no servía de mucho.

Mucha gente se había distanciado de mi, dejé mi lugar en el consejo porque estaba idealizada a un mundo totalmente diferente del que siempre deseé. Me había resignado desde que encontré el cadáver de mi princesa a que la vida no sería jamás a lo que fue antes, por eso dejé de insistirle a mis sobrinos para tomar clases normales, eso ellos lo hacían por decisión propia.

Después de algunos minutos Daryl llegó, sentándose a mi lado. Suspiró mirando sus manos cuando me recargué en su hombro, lo miré sin saber muy bien qué pasaba. Sabía que me lo diría pues nuestro trato de decirnos todo seguía muy en pie.

—El Reino se está cayendo a pedazos —comenzó sacando un cigarrillo de su bolsa —Carol está muy rara, creo que con el reino se va en picada también su matrimonio.

—¿Y tu me dices esto porqué...?

—Porque puedes aconsejarla o algo, sabes de esas crisis matrimoniales —se encogió de hombros prendiendo el cigarro, inhaló el humo —Nuestro matrimonio se vio en vuelto en bastantes.

—Pero no pasé por eso sola, tu también lo viviste. Es tu deber como amigo aconsejarla —rodé los ojos, odiaba cuando hablaba de nuestros problemas como si fuesen cualquier cosa.

—Yo no sé que mierda decirle, soy malo para hablar.

—Cuando la vea intentaré hablar con ella —accedí pidiéndole un poco de su cigarro, él me frunció el ceño —Anda, hace frío. Quiero entrar en calor.

—Es malo para la salud —murmuró dando una calada.

—Lo dice el hombre que está fumando a mi lado, anda, Dixon. Cuando era una adolescente me los regalabas, ya soy una adulta.

—Y yo un maldito viejo —repitió las palabras que dije ayer por la noche.

—Estabas actuando como mi padre, Daryl. Me estresaste —respondí obvia —Tal vez debí casarme con alguien de mi edad.

la familia ♡ daryl dixon ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora