—Parece que te comiste un balón.
—Cállate, Merle.
Rodé los ojos escuchando su risa, desde que mi vientre había crecido no paraba de escuchar sus burlas y era odioso porque en este punto del embarazo cualquier cosa me hacía llorar o enojar.
Estábamos sentados en el viejo porche, el calor que hacía era asqueroso, podía sentir las gotas de sudor bajar por mi espalda. Merle estaba sentado junto a mí tomando una cerveza.
Era sábado y mi pequeño bebé había estado pateando por una pizza entonces Daryl se ofreció a ir.
—Esos vestidos que te pones hacen que se mire raro cuando se mueve —dijo bebiendo de su cerveza.
Y era cierto, cuando cumplí los siete meses de embarazo noté la bella forma que mi vientre había tomado y los vestidos pegados se volvieron parte fundamental de mi pequeño armario.
Cuando el bebé se movía se miraba un extraño bulto y según Merle era asqueroso.
Puse una mano en mi vientre y con la otra me ayude a levantarme. Necesitaba más limonada porque si no le estrellaría el vaso vacio en la cara.
Antes de llegar a la cocina el bebé se apoyó en mi vejiga y tuve que dejar el vaso en la mesa para caminar casi corriendo al baño.
Cuando salí noté la puerta del cuarto de Merle abierta mostrándome que tenía las luces prendidas cosa que me hizo frustrar pues los recibos de luz eran asquerosamente caros para que él gastara de esa forma.
Cuando abrí más la puerta por poco mi boca llega al piso por lo que miré dentro, justo en medio de la cama desordenada.
Era una bolsa de regalo azul, con un “Bienvenido al mundo” grabado en letras cursivas y blancas, completamente hermosa.
La curiosidad pudo conmigo y me metí por completo para ver el contenido de la bolsa, que de todas maneras suponía que era para mi bebé.
Me senté en la cama y saqué de la bolsa un osito de felpa y una pequeña pulsera que seguramente le quedaría grande, se miraba para niños de 3 años o más.
Como dije antes, en estas épocas del embarazo cualquier cosa me hacía llorar, jamás creí que él esperaba a su sobrino con tal ansia como para gastar de su dinero y comprarle algo.
Sorbí mi nariz y dejé todo como estaba para después salir, olvidandome por completo de la limonada. Emocionada por ser una Dixon.
Norman miraba la pulsera en su muñeca, de su cara salían unas lágrimas fugaces.
Daryl le había dicho la noticia hace algunas horas.
—Mamá.
—¿Si, hijo?
—¿Recuerdas lo que dije de él? —preguntó murmurando, sin despegar su vista de la pulsera —Cuando Amy seguía viva.
—Lo lamento, mi vida. No lo recuerdo ahora.
—Te dije que él era un villano —se lamentó —Pero no lo es, dejó viva a Michonne. Dió una oportunidad para que vivieramos más.
Asentí sintiendo las lágrimas viniendo de nuevo. Acerqué a mi hijo en mi pecho invitándolo a que soltara todo su llanto y así lo hizo. Podía sentir los espasmos, habíamos perdido gente antes pero esta vez perdimos a alguien con quien estuvimos en las buenas.
Estábamos empacando, sabíamos que en cualquier momento llegaría El Gobernador y no queríamos arriesgarnos tanto.
Norman ya había salido con su mochila puesta. Yo antes de salir del pabellón di una última mirada, esto estaría destrozado en un rato.
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la familia ♡ daryl dixon ♡
FanfictionCuando el apocalipsis golpea en el mundo Daryl sólo tiene en mente a dos personas, su mujer y su hijo a quiénes, aunque no lo diga siempre, los ama con todo su dañado corazón. ¡¡Esta historia no está editada, conformen los capítulos pasan podrán not...