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En cuanto acabó el himno los pusieron en custodia, un grupo de agentes de la paz los acompañó hasta la puerta principal del Edificio de Justicia. Una vez dentro, los conducen a una sala y la dejaron sola. A Evan lo condujeron a otra sala. De pronto Blair se sintió ajena, se concentró en el sitio lujoso que la rodeaba, con sus sillones de terciopelo. Apenas procesaba que ya no vería a su familia, así que debía aprovechar la hora que se les concedía a los tributos para despedirse de sus familias. Entraron sus padres y hermana, esta última corrió a envolverla con sus brazos.

—Estaré bien.

—No es verdad.

—Pequeña, no llores.

—Te irás y no sé si vas a volver...

—No digas eso— interrumpió el señor Herlic a las hermanas—. Promete que vas a ganar los juegos.

—¿Y cuál es mi habilidad? Lanzar el hacha no es una gran hazaña...

—¿Ganarías por mí? — Elena retomó la atención de la mayor.

—Solo si prometes no pedir teselas.

—Jamás— susurró antes de hundir el rostro en el pecho de su hermana.

—Somos una familia, puede que las cosas cambien ahora, pero quiero que sepas— su madre sorbió los mocos—, que estamos orgullosos de ti. Elena se iba a presentar voluntaria y no lo permitiste, sé que pides teselas y vas al bosque con tu padre...

—No quiero que olviden quién soy solo por lo que ven en la pantalla, prométanme que seguirán unidos.

—Hija, no tienes que pedirlo— habló su padre—. Te esperaremos...

—Todo saldrá bien, Blair— dijo su madre tomándole el rostro con delicadeza, ambas trataban de contener las lágrimas—. Tienes que cuidarte, eres rápida y valiente...

—Tienes muchas posibilidades— dijo Elena.

El problema, es que Blair no creía tener todas esas posibilidades. Seguro su familia se esforzaba por mantenerse en pie, se trataba de la última vez que la vería, así que no pudo romper esa burbuja que formaron. Había chicos que llevaban toda su vida entrenando para ese momento, Distritos en los que era un honor ofrecerse como voluntario. Chicos que eran igual de altos que ellos pero mucho más corpulentos, chicas que conocen alrededor de veinte formas de asesinar con un cuchillo. Blair no era especial en algo, su fuerza no la caracterizaba. Era muy buena con el hacha, nada más.

—Viviremos a lado de Taxon y Ginebra— sonrió Blair.

—Entonces lo intentarás...

—Sí— suspiró. Apareció un agente de la paz para informar que se acabó el tiempo, se abrazaron tan fuerte que casi se asfixiaban—. Los amo, mucho.

—Te dejan llevar algo de tu distrito— dijo su padre al quitarse el collar, arrancó el pequeño medallón tallado con la H, una especie de reliquia.

—Gracias— le sonríe una última vez.

Al poco de que se marcharon, salió rumbo a la estación del tren, la cual se ubica a lado del Edificio de Justicia. La estación está a rebosar de periodistas con cámaras queriendo captarla en foto. Seguro aprovecharon que se limpió una lágrima durante el camino. Evan se plantó a su lado y caminaron juntos, este la ayudó a pasar entre la multitud. Él se veía igual de neutro que ella, al parecer ya tenían estrategia sin siquiera proponérselo. Después de que les sacaran un par de fotografías más, los dejaron entrar al vagón, una vez que las puertas se cierran, el tren comienza a marchar.

Al principio, tuvieron que sostenerse por la nueva sensación, nunca habían viajado en tren, puesto que estaba prohibido viajar de un distrito a otro, a menos que sean tareas aprobadas por el Estado. En su caso, el Distrito 7, son los principales proveedores de madrea y papel de todo Panem. Ese no es uno de carga, sino uno de alta velocidad del Capitolio. El viaje llevará muy poco en comparación con los tributos de otros distritos. El tren de los tributos es aun más elegante que el salón del Edificio de Justicia, cada uno tenía su propio alojamiento compuesto por dormitorio, un vestidor y baño privado con agua fría caliente.

—¿Te gusta?

—Sí, gracias.

—¿Tú y el otro chico...?

—No, apenas y nos conocemos.

—Hay ropa, todo está a tu disposición, cenaremos en una hora.

—Blair Herlic.

—Lo sé— le sonrió.

—Un placer— dijo extendiéndole la mano.

—Lo mismo digo— aceptó gustosa—. A pesar de las circunstancias. Kiara Clayton, por cierto.

Blair le dedicó una sonrisa antes de quedarse sola. Se deshizo de sus jeans negro y blusa café, tomó un rápido baño y optó por unos jeans café y camisa blanca. Guardó el medallón en el bolsillo. Salió del compartimento y Kiara ya iba por ella. Retornaron por un estrecho pasillo, un tanto agitado hasta llegar al comedor con paredes de madera pulida. Hay una mesa en la que todos los platos son muy frágiles. Evan ya estaba sentado y el matrimonio iba llegando.

—Toma asiento, por favor— dijo Taxon.

—Gracias— dijo Blair, Evan se levantó para correr la silla—. Muy amable.

—Provecho— le dijo Evan antes de también sentarse.

—Por favor, coman— dijo Ginebra—. Pero guarden espacio, hay muchas cosas por delante.

—¿Por qué no se traen la comida y vemos el resumen de las cosechas? — intervino Kiara. A Blair se le hacía extraño que les dieran todas esas libertades, pero aceptaron.

Intentan celebrarlas a lo largo del día para que alguien pudiera verlas en directo, aunque solo la gente del Capitolio podría hacerlo, pues no debían asistir a ellas. Ginebra tenía su bebida y una libreta. Vieron las ceremonias una por una y la rubia comenzó a hacer notas, de las cuales, su esposo se burlaba: los típicos voluntarios de los distritos profesionales, las caras de ciertos tributos, sobre los cuales podrían tener ventaja. Luego apareció la propia, Evan y Blair notaron lo que le mencionó Kiara en privado, se notaba cierta química entre ellos. Los tributos no reaccionaron hasta que terminó la cosecha del 12 y el comienzo del himno.

—Entonces se conocían— dijo Taxon.

—Somos compañeros de curso— dijo Evan—. En algún momento hemos ido juntos al bosque.

—Pero la tratas con mucha familiaridad, podemos usar eso como estrategia— dijo Ginebra.

—¿Qué? ¿Que somos novios? — intervino Blair.

—No, solo alimenten ese coqueteo, el misterio de si lo son o no, podremos conseguirles patrocinadores— dijo Ginebra.

—Buena idea— dijo Blair antes de sonreírle a su compañero.

—Nosotros les aconsejaremos en todomomento, somos su contacto con el mundo exterior, organizaremos el envío de regalos, somos la diferencia entre la vida y la muerte— dijo Taxon—. Normalmente hay un mentor por cada tributo, pero los entrenaremos juntos, su presentaciónen la cosecha nos ha dado una buena idea.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora