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—¡Los trágicos amantes! — Blair empujó a Haymitch contra el muro y le dio un puñetazo antes de que pudiera reaccionar—. ¡Eres un maldito idiota! ¿Cómo te atreves? — Gloss y Patrick trataban de alejarla del mentor del 12.

—Ustedes eran la Feliz Pareja.

—¡Pobre de ti donde te atrevas a usar nuestro juego!

—¡Voy a hacer lo necesario para sacar a uno de la Arena!

—¡Se ofreció voluntaria! ¿Qué mayor patrocinio que el sacrificio que hizo?

—¡Estás celosa! ¿Me equivoco?

¡Basta los dos! — gritó Taxon al derribar a la castaña, la zarandeada la hizo salir de su ira para comenzar a llorar.

—Oye, en ningún momento he querido manchar la memoria de Evan, sé cuánto significó ese muchacho para ti, ellos sólo intentarán salvarse, pero lo de ustedes fue amor— la sostuvo del mentón—, ustedes llegaron enamorados a la Arena y fue eso lo que logró sacarte con vida de ahí.

—Prométeme... promete...

—Por supuesto— lloró aferrada al rubio, Taxon la llevó en brazos hasta su apartamento.

—¿Debo preguntar? — Johanna se acercó a Patrick para seguir a Taxon y Blair.

—¿No viste los 69 Juegos?

—Todos tuvimos que verlos.

—Exacto, me sorprende que aun no te rompas como el resto.

—El que no lo refleje, no significa que no esté ese sentimiento ahí.

—Lo sé, Gloss se pone igual — el rostro de Johanna se suavizó ante la sorpresa y Patrick rio—, claro, a ninguno le gusta admitirlo.

—Va a estar bien— Taxon salió de la recámara—, Ginebra y Kiara le dieron morfina.

—La van a hacer adicta— espetó Johanna.

—En realidad, es lo que la ha mantenido calmada todo este tiempo— dijo Taxon—. Ni tú, ni la tala de árboles, ni molestar a Katniss o tener sexo con todos esos hombres.

—Tiene un problema.

—Déjalo así, es mejor que se la den los demás a que ella la consuma— dijo Patrick.

A la mañana siguiente, Taxon llevaba a la chica y Ginebra al chico hasta sus lugares donde serían trasladados a la Arena. Johanna y Blair fueron temprano hasta la sede de los Mentores, Patrocinadores y Vigilantes, incluso Snow tenían una zona aislada donde su familia y la élite de la élite se sentaban a disfrutar los Juegos, pero ellos tenían la opción de verlos como cualquier Distrito o como los Vigilantes, todas las pantallas al mismo tiempo. Blair se paseó por la sala de Patrocinadores, degustó un par de bocadillos típicos del Capitolio y una que otra copa que le invitaron antes de volver a su palco privado.

—¿Ya intentaron ganarse tu favor?

—Ya tenemos patrocinadores.

—Aún no suben.

—¿Tenemos noticias?

—Aún nada— entraron Taxon y Ginebra.

—Hubiéramos traído a Plinny— dijo Ginebra—. Digo, si nos saltamos las reglas, hay que hacerlo a lo grande.

—10...9...8...7...6...5...4...3...2...1...— y el gong sonó.

—¿No le dijiste que no corriera a la Cornucopia?

—Cállate— Haymitch la tiró de su malvavisco.

—Bueno, al menos corrió— dijo Ginebra.

—Parece que ya acabó— y empezaron los cañonazos.

Desde luego, ahí está la conocida explosión del cañón— dijo Flikerman en la pantalla central, la que proyectaba los Juegos al resto de Distritos—. Que marca el fin de otro Tributo.

—Que sorpresa— se anunció Glimmer—, tus tributos no sobrevivieron.

—Sin la alianza tampoco van a llegar muy lejos.

—Somos profesionales.

—Este no es su año.

—Eso está por verse.

—Lo voy a disfrutar.

—Te puedes ir, ya no tienes nada que hacer aquí.

—Oh, claro que sí— espetó Haymitch en medio de Glimmer y Blair—. Embriagarme.

—Cayeron los dos de mi distrito— dijo Taxon con fingida incredulidad.

—Y los míos arrasaron.

—Son los Enobaria.

—Hablando de la Dientes de Sable— dijo Ginebra—. ¿No los extraña?

—Por supuesto que no— dijo Glimmer con suficiencia.

—Te envió esto— Gloss le entregó una caja con galletas espolvoreadas que acostumbraban en el Capitolio.

—Alcanza para todos— entregó una a cada uno de los reunidos.

—Y la encontraron— dijo Mags.

—Voy a burlarme de Enobaria— Glimmer corrió fuera.

—Si soltara la espada— dijo Johanna al lado de Patrick.

—Y se cayó— dijo este.

—Ni siquiera saben usar un arco— dijo Ginebra.

Deberías soltar la espada— dijo Katniss y todos en la sala carcajearon.

—Iré por una pomada— dijo Blair tomando la mano de Haymitch.

—¿Sabes quiénes son los indicados?

—Hola, Carisma, qué alegría— soltó al rubio y abrazó a la susodicha dándole un beso en cada mejilla.

—Qué bueno que viniste.

—No me lo perdería por nada del mundo, ¿hay algún problema si nos acompaña?

—¿Ya cambiaste al Rey del Mar por el Rey Ebrio?

—Oh, vamos, esa chica sabe dar espectáculo y sabes que eso me fascina, ¿o no, encanto?

—Blair me dio la brillante idea...

—¡Claro! ¿Cómo olvidarlo? ¿No fue la misma estrategia que usaste?

—Si funciona una vez, ¿por qué no intentarlo de nuevo?

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora