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—Le acabas de mandar la pomada.

—¿Qué son los juegos sin algo de riesgo?

—¡Chaff! — Haymitch se levantó a recibirlo—. Ven aquí, sírvete, le dio una botella.

—Ahora Katniss va a adoptar a la chiquilla— Blair se acomodó mejor entre Johanna y Finnick.

—Le dará un poco más de oportunidad— dijo Finnick estrechando su mano.

—Y se desmayó— dijo Gloss, ni se detuvo a pensar en que había perdido a la chica.

—Enobaria está molesta.

—Qué bueno, se lo merece— dijo Taxon.

—Al fin una alianza— dijo Haymitch.

—¡Oye! — Blair le lanzó una cuchara.

—Basta, no gastes fuerzas.

—Eres un aburrido.

—¿Cuánto creen que le quede al chico del 3?

—Una mejor pregunta es: ¿qué le van a hacer?

—El chico es un tonto.

—Es un niño.

—¡Katniss, es ahora o nunca!

—Lo bueno que no te gustan los juegos— dijo Kiara y Patrick se ruborizó.

—Qué inepta, se quedó muy cerca.

—Cariño— volteó a ver a Johanna—, si no se quedaba, no podría lograr el tiro.

—Claro que sí, es muy buena.

—¿Qué pasó?

—No lo sé.

—¿Qué pasó?

—Oh no.

—Al menos fue rápido.

—¡Katniss! ¡Ayúdame!

—Sólo es una red.

—Todo está bien.

—¡NO! — fue un grito unánime en el palco y en la sala de Patrocinadores: Rue vio a Marvel, Katniss lo mató, pero él ya había disparado la lanza.

—Estás bien, estás bien— le desabrochó la chamarra para ver la herida.

—¿Explotaste su comida?

—En miles de pedazos.

—Muy bien. Debes ganar. ¿Me cantas/— sollozó.

—Sí. Al fondo del prado, cerca de su sauce, una cama de hojas, una almohada de fardo, recuéstate en ellas y cierra los ojos... cuando los abras...

—Lo lamento— Ginebra pasó el brazo por el hombro de Chaff.

—Era una niña— el sentimiento era mutuo, todos lo compartían. Katniss lloraba, Blair lloraba, Patrick lloraba, Finnick, Mags, Taxon, incluso Haymitch se mostró afectado.

—Lo siento— dijo Katniss antes de cerrar la chamarra, lanzar lejos el arma que le arrancó la vida y gritar de impotencia por no poder salvarla. Tenía poco tiempo, así que se apresuró a cortar algunas flores para adornarla. Todo Panem la verá cuando recojan su cuerpo. Se llevó tres dedos a los labios y los alzó en alto, seguro el 11 devolvió el gesto.

—Habrá problemas en casa— dijo Ginebra.

—Hablaré con Séneca para que nos deje llevarnos el cuerpo.

—Blair— la llamó su novia.

—Esto no se puede quedar así, tenemos que hacer algo.

—No la mates, parecerá una mártir.

—Ya tenemos una.

—Escuché rumores del Distrito 11, se puede salir de control.

—¿Qué quieren?

—Hay furia allá afuera, sabes controlar una multitud, lo has hecho antes. Si no logras asustarlos, dales algo que alabar.

—¿Cómo qué?

—Dales lo que a mí me quitaste.

—No fui yo.

—Pero ocupas su puesto.

—Sabes que eso no lo puedo hacer.

—Sonw quiere un show y es lo que le vamos a dar.

—Blair, enserio te aprecio— le acarició la mejilla, no era de la forma fraternal en que lo hacía cualquiera de sus amigos, sino de una forma laciva que a ella comenzaba a darle asco—, pero esto que me pides, está fuera de mi alcance.

—Crane, esto no se acaba hasta que el sinsajo cante.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora