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El hambre los hizo levantarse. El Distrito 7 no era tan marginado como el 11 ó 12, pero era el de mayor población, así que sí calaba la falta de comida; aún se preguntaba si sería capaz de hacerse notar en los entrenamientos, a veces pensaba que si hubiera entrenado como los profesionales, sobre todo el 2, otra historia sería. Se metió en la ducha para refrescarse y alejar la noche anterior, era la mayor interacción que tenían ajena a los juegos desde hacía un par de años. Kiara le dejó ropa sobre la cama, así que se apresuró a vestirse y salió al pasillo, tocó la puerta de Evan, pero este no respondió, así que caminó a paso cansado hasta el comedor, ahí estaba él.

—Buenos días.

—Hola— susurró sin voltear a verla.

—¿Descansaste?

—Sí, ¿y tú?

—Hasta babee la almohada.

—¿No lo sabías?

—No lo recordaba.

—Bueno, supongo que dormir en una cama diferente es que influyó.

—Sí, supongo. ¿Crees que lo hayan visto?

—Seguro que sí.

—Lamento lo imprudente que fui ayer...

—Está bien, no tienes nada que lamentar— por fin la vio y ella se giró para tratar de evitarlo, él le sostuvo el mentón y sus miradas se conectaron, ella derramó un par de lágrimas porque pensaba en su situación y en qué pasaría con los seres queridos de ambos. Los mentores llegaron y saludaron, los jóvenes se separaron y cada uno se dedicó a su plato, el matrimonio llenó su plato con comida.

—Otra vez a juego, muy bien— dijo Ginebra.

—Recuerden que se presentaron como equipo y deben mostrarse fuertes— dijo Taxon.

—¿Eso no llamará la atención del resto? — dudó Evan.

—¿Por qué íbamos a querer hacerlo por separado? —inquirió Taxon—. Tienen muy buena química, ya ganamos algunos patrocinios, no nos han dicho en qué consiste la arena de este año, pero tengan por seguro que no los dejaremos morir.

—Gracias— dijo Blair en tono aliviado.

—Por ello entrenarán juntos— sentenció Ginebra—. Ahora al asunto: el entrenamiento, ¿qué habilidades secretas tienen?

—Creo que ya lo mencionamos en el túnel— dijo Evan, le sostuvo la mano a la castaña—. Ambos somos buenos en cuchillo y hachas.

—¿No nos van a llevar a parte para saber por quién apostarán?

—No— dijo el matrimonio a la par.

—¿Hablan enserio? — preguntó Evan.

—Claro, ya los presentamos como pareja y creo que, si convencemos a los patrocinadores, los hacemos ganar a los dos— dijo Ginebra.

—Siempre está el combate cuerpo a cuerpo— dijo Taxon—. Sí, me gané un hachazo en la pierna, pero yo rompí el cuello— se burló de su dolencia—. Ella no derribó al del 1, pero sí le arrebató la espada con que ganó.

—Los del 4 no pueden con el peso de un hacha— dijo Ginebra—, no es tan ligera como sus tridentes, son unos tenedores gigantes.

—Entonces no sirve de mucho ser un Profesional— sonrió Blair.

—Claro que vamos a pedir las hachas, es de cajón que haya en el estadio, pero haremos incapié en eso— dijo Taxon.

—No moriremos de hambre, no te preocupes— Evan le guiñó el ojo a la castaña.

—Vayan a los entrenamientos, aprendan cosas que no sepan: tiren lanzas, utilicen los mazos y aprendan a hacer nudos...

—Pero recuerden guardar lo mejor para las sesiones privadas— Ginebra lo interrumpió.

—Kiara vendrá por ustedes a las diez— sonrió Taxon.

Los nervios por encontrarse con los demás tributos se apoderaron de ambos, Kiara los saludó efusivamente con un abrazo a cada uno. A pesar de ello, estaban ansiosos. Las salas de entrenamiento están por debajo del nivel del suelo del edificio, casi a la mitad, así que no tardaron nada, las puertas se abrieron y solo bajó la pareja. El gimnasio está lleno de armas y pistas de obstáculos, solo estaban los Profesionales y los del 8, así que solo se pararon a parte, ya que los veían como bichos raros, pues eran los únicos que iban a juego. Les prendieron su número en la playera. En cada puesto habrá un experto en la habilidad en cuestión, y los tributos podrán ir de una zona a otra, según los mentores: tácticas de supervivencia y técnicas de combate, pero no podía haber enfrentamiento entre tributos, para eso hay gente calificada.

Todos son tan altos como Evan, Blair se veía adorable a su lado, pero se sentía intimidada con el resto, supo sostenerles la mirada a los Profesionales, no dejaría que se dieran cuenta. La castaña le dio un codazo a su compañero, ambos repararon en los tributos voluntarios, aquellos que eran alimentados para soltar en la arena como fieras rabiosas, los que disfrutaban de llevarse víctimas por delante. Ningún tributo tenía ventaja sobre ellos, debía ser inteligencia lo que les favorecía. No dejaban de ver a la pareja por ser eso, un equipo durante el desfile.

—Ya empezaron a presumir— dijo la castaña.

—Solo hacen alarde de lo que tienen.

—¿Ventaja?

—Falta de carisma.

—Claro, porque tenemos el mejor rostro de todos.

—Obvio, sobre todo tu cabello enmarañado.

—Creí que lo había trenzado bien.

—Lanzas, entonces.

—Tienes buena puntería, recuerda fallar dos de tres.

—Solo si tú aciertas los tres.

—Sería como dibujarme un blanco en la frente— le sonrió con coquetería.

Evan le tomó la mano para conducirla hasta la zona. Ambos tenían dos lanzas, ella falló la primera y él la segunda, luego ambos acertaron la tercera. La instructora les dio más lanzas, de las diez, cada uno falló tres. Evan fue el que mejor se desenvolvió, así que pidieron que se dejara eso en el marcador, la entrenadora en jefe se desconcertó ante ello, pero ambos dijeron que Kiara lo solicitó para saber qué temática darles en la presentación. La mujer bufó, parte de ser privilegiados por el Capitolio. Los chicos del 2 se aproximaron a ellos, Evan fue el que habló por los dos, los elogiaban y extendieron la mano para tratar de fijar una alianza, pero la castaña los vio antes de alejarse de ahí. Los Vigilantes aparecen nada más comenzar el día. Son veinte personas, hombres y mujeres bien vestidos se sientan alrededor del gimnasio, en unas gradas. Los observan y toman notas, comen frente a los tributos.

—No dejan de elogiar su química— dijo Kiara nada más entrar con una bandeja llena de batidos de litro.

—¿Viste nuestro trabajo? — inquirió Evan al aceptar uno.

—Se lucieron— dijo sonriente—. Los demás mentores se acercan con nosotros para pedir una alianza.

—Ya rechazamos al 2— dijo Blair antes de darle una bebida al suyo.

—Bien hecho— alentó Taxon.

—¿Por qué? — se desconcertó Ginebra.

—Son Profesionales...

—¿Te das cuenta que ahora serás su presa?

—Eso me temo— susurró mientras se servía la cena.

—Cambio de planes— dijo Taxon viendo a su esposa—. Perfil bajo.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora