54

45 2 0
                                    

—Dijiste que volverías.

—¿No estoy yo frente a ti?

—Amoratada y semi inconsciente.

—Johanna, amor mío, aquí puedes llorar y berrear todo lo posible, todo lo que sientes por mí, pero allá afuera, te mantendrás tan firme como siempre. Te amo, Mason, tanto como mis nulas fuerzas me permiten ahora mismo...

—Ven, debes asearte.

—No quiero que me veas así.

—¿No te amo yo tanto?

—No uses mis palabras en mi contra.

—Lo disfrutas— besó su frente y secó sus lágrimas. Tomó su mano y la guio al cuarto de baño.

—¿Lo hicieron bien?

—Como era de esperarse.

—¿Has hablado con ellos sobre las estrategias?

—Dicen ser letales, me platicaron lo que hicieron durante su exposición...

—Ahora eres su mentora favorita, me alegro— se retrajo un poco cuando su novia le iba a quitar la camiseta, quien pidió permiso con la mirada, suavizó aún más el tacto, se dejó maniobrar.

—Está bien, iremos con calma.

—Perdóname, por favor.

—No fue tu culpa.

—Sí lo es.

—Blair, no todo lo malo que hace Snow es tu culpa, ¡métetelo en la cabeza!

—Ya sabes mi historia, sabes que ningún Vencedor la pasa bien. Finnick y yo estamos buscando unos avox, los vamos a comprar y reunir una familia.

—¿Por qué no me habías dicho?

—Porque esto se está gestando desde que Snow me puso la corona sobre las sienes y me dio voz ante todo Panem— Johanna estampó sus labios con los de su novia y esta la jaló para meterla en la tina y disfrutar de su cuerpo.

Johanna admiraba eso de Blair, que por más que el Presidente Snow intentara doblegarla, romperla y destruirla, la castaña no se dejaba. Sonreía a los más necesitados, hacía donaciones a los comedores comunes, todas sus participaciones en las revistas eran para darle voz a aquellos que no podían y visibilizar la vida antes, durante y después de los Juegos. Mandaba obsequios a los Mentores y felicitaba a los nuevos Vencedores. Blair, por su parte, agradecía tanto tenerla de apoyo, que fuera comprensiva y atenta; temía decirle las cosas, pero siempre se mostraba dispuesta a caminar a su lado y de la mano.

—Debiste decirme desde el principio.

—Prometo no ocultarte más nada.

—Te mataré si no lo haces.

—Yo también te amo.

La volvió a besar, ambas jadeaban entre besos, Blair le desprendió la blusa casi de un tirón y Johanna se apresuró a quitarse el top, la tela del pantalón se volvió pesada cuando tuvo contacto con el agua, pero ese no fue problema para las novias, Blair le retiró las bragas e introdujo dos dedos en ella mientras devoraba sus labios, ¿a quién le importaba en ese momento el agua derramada por el baño y toda la que seguirían tirando después de eso? Ambas se disfrutaron la una a la otra mientras llenaban el baño de gemidos, frotando sus sexos debajo del agua, Johanna besaba sus heridas, una por una hasta lograr sanar la herida emocional que significaba cada una, en espera a que, una vez terminado el baño, llenarla de ungüentos para que se cerraran.

—¿Un once?

—Se lo ganó.

—Lanzó una flecha a tu cabeza.

—Bueno, a una manzana.

—Cerca de tu cabeza. Siéntate, ¿por qué crees que hay un ganador?

—¿A qué se refiere?

—Quiero decir, ¿por qué tenemos un ganador? Si sólo quisiéramos intimidarlos, ¿por qué no... elegir 24 al azar y matarlos? Sería más rápido.

—Esperanza— dijo la castaña a espaldas de Crane.

—Es lo único más fuerte que el miedo. Un poco de esperanza es efectiva, mucha esperanza es peligrosa. Una chispa no hace daño si está controlada.

—¿Entonces?

—Entonces contrólala, o la señorita Herlic te puede explicar qué sucede cuando eso no ocurre— Crane asintió con la cabeza y se fue, Blair se sentó a su lado.

—¿Para eso me mandó llamar? ¿Para intimidarlo?

—¿La señorita Mason lloró al ver lo que te hicieron?

—¿Y quién no? ¿Ahora lo vas a castigar porque quería una prostituta barata?

—Tú no eres una prostituta barata, eres la chispa que se está saliendo de control.

—¿Y cómo soluciono eso?

—No des entrevistas, ya no abras tus puertas a las cámaras, o Patrick Clearwater y Johanna Mason sufrirán las consecuencias— la castaña asintió lentamente con la cabeza—. Ahora ve con el señor Oddair y dile que deje de investigar o tendré que retirar a la señora Murdoch.

—Ella sólo compra esclavos sexuales por un muy alto costo— se levantó de la banca—. Nunca me habían traído a esta parte—. ¿Lo construiste o esto lo heredaste del presidente anterior? Porque tengo algunas nociones de lo que implementaste tú en la Arena, en los Juegos, pero no puedes ser el cerebro maquiavélico detrás de todo, ¿o sí?

—Mandaron fresas con chocolate— se anunció Patrick con la bandeja, la puso al centro de la mesa para que todos las agarraran. Taxón era el único que faltaba, pues entrenaba a los tributos.

—Este año ha sido el más duro para Blair, deberíamos decirle— Gloss fue el primero en hablar.

—No, Taxon no puede enterarse— fue Herlic la que frenó el discurso.

—Pudiste haber muerto.

—¿Y si ocurre la próxima?

—No va a pasar.

—Snow sabe que soy la favorita del Capitolio, todos me aman y teme que haya una rebelión si muero.

—Entonces te convertiré en mártir.

—Basta, Glimmer— Mags le dio un zape—, no tomaremos medidas desesperadas. Seguiremos conforme hasta ahorita, la señora Murdoch y el señor Plazas tienen indicios cada vez más certeros, no podrán mover a los padres de Taxon por mucho tiempo.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora