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—Ve— alentó Finnick.

—Mentora— llamó Taxon ofreciendo su mano a la nueva Mentora del grupo. Blair no podía creer que llevaría a alguien a casa y que sus amigos le dieran la oportunidad de ella dirigir la extracción.

Corrió hacia el aerodeslizador, ya estaban ahí los Agentes de la Paz, Joanna se aferraba a los cuerpos y al hacha. Blair tenía puesto un traje de Agente, solo así logró bajar sin ser reconocida, olvidó cubrirse las manos y esperaba que nadie se pegara al televisor. Taxón y Kiara se aseguraban que las cámaras no la delataban mientras Ginebra se mantenía el aerodeslizador. Blair quitó el polarizado y Joanna suspiró un momento antes de seguir sus indicaciones. Logró quitarle el hacha y los cuchillos. La ayudó a subir la escalera y Ginebra la recibió.

—Vamos a casa— sonrió Blair quitándose todo el equipo y abrazando a Joanna.

La joven se aferró a ella, Ginebra y Kiara intentaron bajarla y seguía en shock, así que Blair aceptó toda la responsabilidad de romper el protocolo, una vez más, y anduvo con la joven a su costado. La llevó hasta el cuarto, empezó a dar órdenes de que la bañaran y revisaran todas sus heridas, no habría fiesta hasta que la Vencedora se pudiera levantar por sí misma de esa camilla. Igual que cualquiera de su Distrito, incluso sanaron las heridas anteriores a los Juegos, cualquiera golpeaba los árboles con los puños.

—Oye, inepta.

—Lo dice la que no obedece órdenes.

—Si dieran alguna coherente.

—Seguro ni recuerdas las que te di en el aerodeslizador.

—No diste ninguna.

—Claro que sí.

—Ahora me llamas mentirosa.

—Estoy midiendo tu nivel de respuesta— sonrió Blair al entregarle una bebida—. Sigues igual de molesta a como te recuerdo.

—No pasó tanto.

—Dos semanas.

—Gracias.

—Ni lo menciones.

—¿Ahora me vas a engordar?

—Debería, aún falta la entrevista y la coronación.

—¿No podríamos saltarlo?

—Finge que hablas con alguien de confianza y todo habrá terminado... ¿Quieres alguna modificación?

—Mirada profunda.

—¿Solo un delineado?

—¿Me vas a juzgar? Tus manos dan asco.

—No las veas.

—Es imposible si me sostienen.

—Tú eres la que no me quería soltar.

—Sí, creo que solo el delineado, llama a Kiara.

Blair abrazó a la chica antes de salir. Había una especie de satisfacción en eso, en saber que ahora no había fracasado en el intento. Salió con la cara en alto, ladeó la cabeza a su estilista para que entrara y diera indicaciones a los médicos y asistentes. Esperó afuera en el banco, cansada de la blancura de los pasillos, se veían tan puros que daba miedo, quizá la forma en que Snow seguía entrando en la mente de Los Vencedores. Ginebra llegó a prisa y, cuando vio a la castaña, sólo asintió.

Blair tocó la puerta y recibió la indicación de que podía pasar. Entró con tiento, Joanna ya estaba vestida: zapatillas blancas, pantalón de terciopelo y ceñido al cuerpo, camiseta blanca y chaleco amarillo; su cabello largo y castaño aún se veía rebelde, por lo que la recién llegada tomó el cepillo y la hizo sentarse para peinarlo mejor, tomó un par de pasadores y lo acomodó, aún era una niña, así que revisó su rostro en busca de maquillaje, se mostró complacida al ver que apenas tenía una gota de él. Sonrió y dejó el cepillo, tomó la tiara, aun no la lavaban, le iba a pasar un pañuelo, salvo que Joanna la detuvo.

—Permíteme— Joanna inclinó la cabeza y Blair la coronó.

—¡Damas y caballeros, Joanna Mason! Bienvenida, querida, al fin pareces una niña.

—Bueno, significa que interpreté bien mi papel, ¿no?

—Efectivamente, tanto así que ya te han apodado La Reina Roja.

—En mi Distrito, todos son reyes: Taxon y Ginebra son los Reyes de la Arena, Blair es La Reina del Bosque; no podía defraudarlos.

—Mañana ahondaremos en eso, quiero que me acompañes a ver los mejores momentos de tus Juegos.

—Encantada, Caesar.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora