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Taxón pidió a su estilista que sedara a la joven, ya que no dejaba de gritar y llorar incluso en sueños, les había fallado a sus padres, le había fallado a su hermana y a sí misma. Blair no terminaba de reponerse de una pérdida cuando caía aún más bajo de lo que lo hizo la última vez. La castaña no supo en qué momento llegaron hasta el 7, seguro llevaban más de cinco días de haber arribado, ella ni siquiera sintió el cambio, ni haber despertado para comer o asearse como le comunicaron sus padres.

Taxón la llevaba al bosque para que descargara ira y estrés, pero no funcionaba, se mantenía ausente, pensando que en cualquier momento llegarían sus amigos gracias a la Gira de la Victoria. Ginebra le mencionaba sobre las telas que había mandado su estilista para la próxima entrevista, pues decidieron que hablarían de su nueva pérdida. Blair dejó de contestar llamadas de sus amigos y no tan amigos. Cuando los hermanos Cashmere llegaron, los condujo a su casa, hicieron la transacción y los despachó. No la convocaron al Capitolio, ya que no hubo tanto festejo como lo preparado para la suya.

***

—Creo que podemos ir nosotros.

—Como deseen.

—No estás lista para volver al Capitolio.

—Claro que sí.

—No es verdad, sigues ausente.

—Pero es mi trabajo.

—Podemos prescindir de ti— intervino Taxon.

—No quisiera que pensaran que no cumplo con mis obligaciones como Vencedora.

—Para eso vamos nosotros— dijo Ginebra al sentarse a su lado—, fue un enorme esfuerzo el que hiciste el año pasado, para nadie es fácil ir en su primera cosecha como Vencedor y lo hiciste por tu hermana, te mantuviste fuerte por ella hasta el final.

—Y no fue suficiente— sollozó.

—Nunca será suficiente cuando juegas en la misma partida que Snow, porque él no juega limpio.

—Y quiero demostrarle que a mí no me vencerá.

—Lo hiciste, ya lo demostraste.

—¡No fue suficiente!

—No es una partida de unos solos Juegos— dijo Taxon—, necesitas más de uno, él tiene demasiados de práctica y fueron tus primeros Juegos y vendrán más.

—Iremos Ginebra y yo— dijo con decisión.

—Entonces no perdamos tiempo— sonrió Kiara en cuanto entró a la casa del matrimonio.

Debían arrepentirse de nuevo, ¿cómo iban a permitir que se olvidaran de sus crímenes? Casi un siglo de aquella horrible guerra que desangró la tierra, a su gente. Blair no escuchaba a su estilista y amiga, solo se dejaba manipular, porque de nuevo la convertía en el hermoso árbol que siempre era durante sus presentaciones públicas, debía levantar la cabeza luego de su derrota, porque sería la única. Se vio al espejo y disfrutó de la imagen, solo le faltaba la cara dura que le gustaba poner al principio.

Taxon le extendió la mano para guiarla a la tarima donde Ginebra ya afinaba los últimos detalles, acomodando a los otros vencedores. No tardaban en llegar los ciudadanos. El alcalde pasó del saludo general, así que Kiara lo ignoró por semejante grosería, quiso remediarlo extendiendo la mano a todos y cada uno lo rechazó. Se dio la hora asignada y el alcalde recitó su habitual y cansino discurso. Los vencedores se tomaron de la mano para liberar tensión y Kiara sacó el nombre: Johanna Mason.

—Tiene miedo.

—¿Quién no lo tendría? — ironizó su esposa.

—Iré yo.

Blair empujó a los Agentes de la Paz que querían limitarle el paso y tomó la mano de la joven sorteada, apenas se notó su sonrisa, la guio a su posición. Le indicó con sus manos que regulara su respiración, le susurró al oído que no debían verla débil, aunque se ganó un golpe por parte de un Agente. Blair torció el rostro, no de dolor, sino de coraje, lo marcaría primero y haría que lo destituyeran. Kiara preguntó con la mirada si podía continuar y la castaña asintió con la cabeza mientras soltaba a la tributo.

—Hakiva Hudson.

Subió con paso lento, pensando en lo que venía ahora. Ginebra lo alentó a tomar su lugar. El alcalde dio un par de palabras más antes de que los tributos se estrecharan las manos y dieran la ceremonia por concluida. Hakiva solo tenía a su padre, Johanna tenía a ambos padres. Kiara le dio unas pantuflas para descansar los pies, la castaña no se lo pensó dos veces, pues correría a buscar a su mejor amigo y cumpliría con la transacción.

—Creo que deberíamos subir ya.

—¿Kiara los traerá?

—Sí, vamos, te enseño tu compartimento.

—Gracias por tenerme paciencia.

—Alguien más me ayudó, no podía soltarte— la rubia la abrazó.

—Ya subieron los tributos, hora de irnos— sonrió Taxon al subir antes de que se cerraran las puertas.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora