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—¿Crees que no nos descubrirán?

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—¿Crees que no nos descubrirán?

—Si no hicieras tan evidente tu nerviosismo.

—No puedo creer que nos dejen pasear por la mansión como si fuera mi casa.

—Por lo menos mientras dure los juegos.

—¿Y cómo haremos que duren tanto?

—Mis tributos ya lo saben, los del once, del dos, Mags se encargó de hablar con los tuyos y con los suyos.

—No me siento bien dejando a todos esos chicos en la arena.

—¿Quieres salvar a los señores Turner o no?

—Guíame— sonrió con picardía cuando vio que pasó un empleado de la mansión. Gloss la jaló de la muñeca con un poco de fuerza y la metió en la habitación. Se apresuró a cerrar y se sentó en la orilla de la cama con ella ahorcajadas, comenzaron a besarse la boca y cuello soltando varios gemidos.

—Hay una puerta escondida en ese baño.

—¿Y es seguro salir por ahí?

—Igual iré primero para estar seguros. ¿Qué tan confiable es este punto?

—Dejó un total de diez lugares a donde los podían mover, ni siquiera sabía por dónde empezar.

—Glimmer y Finnick irán con la señora Murdoch para entregar dinero y conseguir una coartada por si se tardan.

—Mags y Haymitch entretienen a Taxon.

—Ginebra irá por su parte.

—Creo que somos todos.

—Un momento más— mordió arriba del seno y soltó un sonoro quejido.

—Te dije que sin marcas— habló entre dientes.

—Tranquila, no quiero que tu protector me reclame.

Esperaron un poco más, él completamente costado y ella cambiándose su clásico vestido por ropa deportiva para apresurarse por los pasillos. Gloss jaló de ella y salió en la biblioteca, con riesgo a ser encontrados porque escuchaban voces en las habitaciones aledañas. Ambos sabían que era muy arriesgado mantenerlos escondidos en su propia casa, pero Snow podría tenerlos en su calabozo privado o asistiendo en alguna de las estancias donde había patrocinadores, donde había familia de los Vigilantes o algunos miembros de élite que solo se mantenían a ver hasta que solo quedaran los últimos cinco.

—No vayan a avisar, se los ruego— dijo Blair guardando su arma y alzando las manos. Gloss no sabía si bajar la suya o no—. Estamos buscando a este hombre, a alguien similar a él— enseñó la foto tratando de contener las emociones.

Una señora pareció reconocer porque hizo un movimiento de cabeza que su acompañante percibió, así que la alentó con la mano a acercarse—. Sé que no puede hablar, pero lo puede escribir...

—Venga con nosotros y señale— alentó Blair.

Negó con desesperación, se dobló el brazo dándoles a entender el suplicio al que fueron sometidos, incluso les enseñó sus propias marcas debajo de la camisa. Blair pidió que escribiera su nombre asegurando que la sacaría de ahí. Gloss alentó de nuevo y volvió a declinar la oferta. Se llevó a la castaña porque era el cambio de escenario y podría llegar algún jefe de los Avox y se darían cuenta de la intromisión. La señora asintió a modo de agradecimiento y apretó las manos de la joven.

—Nada— dijo Ginebra en cuanto entró.

—Finnick, necesito que la señora Murdoch compre a este Avox, si es mucho dinero, yo pondré mi fortuna, porque tiene una pista— Blair entregó el papel.

—Describió la tortura, fueron latigados— atinó Gloss.

—Bien, no podremos intentar nada aún— dijo Glimmer—, debemos subir, aún no empieza, así que podremos pasar desapercibidos.

—Vamos— tomó la mano de la castaña, el Dios del Mar lideraba la marcha.

Y sí, comenzaban a salir. Los del 1 iban de diamantes, como cada año, pero de verdad parecían la piedra. Los tributos de Finnick y Mags eran un tridente y la chica de algas. Blair trataba de no reír ante la idea del chico porque no se lo hubiera imaginado antes. Los propios eran dos tipos de flores, si bien en el Distrito no había mucha variedad, era un buen respiro de tantos árboles por 71 Juegos. La castaña y el matrimonio vitoreaban a cada pareja, porque les llamaba la atención el ingenio de los estilistas, porque los patrocinadores veían y debían encontrar un par, porque Snow se mantenía fijo y sabía que los enfocarían en algún momento para que centraran su atención en el matrimonio más famoso de Panem, de La Reina del Bosque, del Dios del Mar, aquel más codiciado del Catálogo, todo un festín en uno de los balcones.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora