51

43 3 0
                                    

Y en efecto, para los siguientes Juegos del Hambre, Enobaria no dejaba de burlarse, pues juraba que Pliny sería la última victoria del 7. Blair y Johanna se retiraron con la cabeza en alto, mucho antes que se proclamara al Vencedor, pues se regresaron a su Distrito cuando ambos tributos murieron. Muchos mentores se quedan ahí hasta el final, pero ellas no. Su noviazgo se basaba en el bajo perfil, ninguna llamaba la atención más de la cuenta y Blair ya no era llamada a las celdas de la Mansión de Snow, no luego de lo que le hizo la Vencedora del 2: tenía moretones por todo el cuerpo, brazo fracturado y varias costillas rotas, la hizo tragar su propia sangre; Finnick y Gloss la defendieron todo lo posible y la mantuvieron oculta para que Johanna no la viera en el peor de sus estados.

—No estás durmiendo.

—Es el día de la Cosecha, yo no puedo dormir.

—¿Por qué no?

—Desde que entré en la urna, pedí teselas, no las necesitábamos, me iba bien. Luego fue el turno de que entrara mi hermana y, eso funcionaba para mí, en mi cabeza tenía sentido, pedí hasta el triple de teselas porque era menor la probabilidad de que saliera su nombre. Regalaba las teselas a gente menos privilegiada que nosotros. Comíamos bien en comparación con el resto, Flint me daba comida cuando no teníamos, pero nunca me faltó nada. Siempre tuve miedo de un día despertar y que no estuviera a mi lado.

—¿Dormían juntas?

—Cada una tenía su cama, pero le gustaba dormir conmigo cuando tenía pesadillas.

—¿No las tienes?

—Todo el tiempo.

—¿Ah sí?

—¿Esperas que te diga que son sobre perderte? No, temo que tú tomes la decisión de irte, por tu propia voluntad, eso terminaría de destruirme.

—Yo no me iré jamás.

—Eso dices ahora, pero te falta mucho por vivir.

—¿Crees que no es suficiente?

—¿Tú lo crees?

—Hemos vivido más que cualquiera de nuestra edad, es lo que hace la Arena— Johanna acarició la mejilla de su novia y ella se enterneció—. No me iré jamás, no te librarás de mí. ¿Quedó claro?

—Usted manda— rio por lo bajo.

La ayudó a vestirse, le puso la corona ensangrentada y después hizo lo propio. Blair tomó la mano de su novia y la hizo girar sobre su eje, estaba orgullosa de verla, no había nadie más hermosa que ella, le decía a cada momento lo orgullosa que estaba de ella. Ambas se reunieron con Pliny y el matrimonio para irse juntos a la plaza para la Cosecha. Todos permanecían expectantes a la espera de los dos nuevos tributos que mandarían a la Arena.

—¿Iremos?

—Ya lo habíamos acordado.

—Pueden ir Taxon y Ginebra solos.

—Pensé que querrías llevar a Pliny.

—Me cae bien, pero en su casa, no compartiendo departamento con él.

—Con un "no" hubiera bastado.

—No.

—Perfecto.

—Espero que tu maleta ya esté lista.

—Lista desde que me convertí en mentora.

—Entonces vamos.

Tomó la mano de la castaña y subieron al tren, en busca de su compartimento, Kiara y el matrimonio podrían llevar a los tributos. Johanna se distrajo con la lujosa vista del compartimento principal. Blair caminó un poco más con ambas maletas. Las dejó sobre la encimera y se descalzó, acomodó su cabello sobre su hombro derecho y comenzó a quitarse las joyas que portaba. Se escuchó la puerta correrse y unos labios recorrían su hombro descubierto.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora