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Finick le había mandado varias telas, propias del 4, Blair sonrió ante aquello, significaba que quería hacer algo en conjunto, así que llamó a su estilista para que le mandara a su nuevo amigo, telas del 7, así los estilistas de ambos podían traba...

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Finick le había mandado varias telas, propias del 4, Blair sonrió ante aquello, significaba que quería hacer algo en conjunto, así que llamó a su estilista para que le mandara a su nuevo amigo, telas del 7, así los estilistas de ambos podían trabajar en conjunto en una colección. Normalmente se convertían en sex symbol cuando vencían en sus Juegos, pero a ella se le abrió la posibilidad de ser modelo, y le gustaba verse en las portadas, apenas dos, las primeras dos.

Sorprendentemente, no fueron los únicos obsequios que recibió. Enobaria le mandó anillos, de oro, los hermanos Glimmer unos pendientes. Se sentía extraña, ahora formaba parte de la élite, no podía creer lo que sus ojos le mostraban. Con agilidad llamó a su amiga para que les enviara presentes a cada Distrito. Se mostró desconcertada y Blair le dijo que solo trataba de ser cordial, como ellos. Kiara le dijo que la visitaría en los próximos días para la nueva sesión.

—Tal vez sería bueno incluir a Elena.

—De ninguna manera— la cortó.

—Perdón, no quería.

—Puedo dar entrevistas hablando de lo mucho que amo a mi hermana, pero no habrá fotos de ella.

—Vale, decidido.

—Te llamo mañana.

—Mañana llegan los de preparación.

—¿Inicia la sesión?

—No, la semana pasada enviaste las telas y Claudius y yo ya tenemos los primeros diseños.

—Me alegra mucho oír eso.

—Te llevarán algunos vestidos para tu hermana.

—Gracias, querida, te veré en un par de días.

***

—Han llegado ya las revistas.

—¿Gustas pasar? — inquirió Taxon.

—No, quiero ir al bosque a bajar tensión.

—Entonces te acompaño— dijo tomando su hacha para salir de casa.

—¿Tu esposa no se molesta?

—Para nada, sabes que eres su adoración.

—¿Cómo lleva la pérdida?

—¿Y tú?

—Ya sabes.

—Por tus ojeras, deduzco que no has dormido lo suficiente.

—No lo quiero ver.

—¿Y si espera verte una última vez?

—¿Y qué hago?

—Ámalo, abrázalo, dile todo lo que no le dijiste en su día.

—Él ya lo sabe.

—Recuérdale todo lo bello que pasaron juntos. Seguro que te ayuda a ti también.

—¿Este árbol está bien?

—Por mí, sí.

—Siento que no he estado a la altura— comenzó a dar puñetazos al árbol—, que ambos, tanto ustedes como Evan, esperaban una mejor actuación de mi parte— sus manos comenzaban a sangrar—, que no lo matara a la primera oportunidad— se encajó una astilla—. ¡Estos Juegos no eran lo que yo esperaba!

—Ey, ey, ey— Taxon tomó sus manos para que siguiera golpeando.

—¡Lo maté! — lloró—. Me iba a proponer matrimonio, Ginebra intentó darme el anillo y yo me negué.

—No fue tu culpa.

—En verdad lo amaba.

—Lo sé, todos aquí pueden testiguar ese gran amor que se juraron en la terraza; incluso Panem puede dar fe de ello. Pero no está bien que te martirices de ese modo.

—No quiero volver, no podría soportar revivir este martirio cada año.

—No necesitas hacerlo, Ginebra y yo iremos cada año; tú no tendrás que aparecerte ahí si no quieres.

—¿Me lo juras?

—Aunque de mí dependa.

—Gracias— lo abrazó con fuerza, como si temiera romperse, él no la soltó hasta que se calmó.

—Lo peor ya pasó y aquí estamos para ayudarte a sobrellevarlo.

—No sé qué haré sin ustedes.

—Tienes a tu familia, a los padres de Evan, aunque aún les duela la pérdida.

—Creo que lo mejor será volver.

—No, vas a talar hasta que se te cansen los brazos.

—¿Y si no ocurre ahorita?

—Hasta que se te cansen los brazos.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora