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—¡Arriba! Será un día muy importante— habló Kiara desde el pasillo. Blair se apresuró a salir, con la misma ropa del día anterior, volteó hacia el lado y Evan hizo lo mismo. Los tres avanzaron hasta el compartimento donde comerían.

—Vamos, deben desayunar bien— dijo Ginebra—. Necesito que ganen todos los kilos posibles, aunque no tienen mala forma.

—Después de los profesionales, somos los que mejor complexión tenemos— dijo Blair.

—¿Chocolate caliente? — dudó Evan a su lado.

—Gracias, ¿naranjas o zumos? — replicó Blair.

—Gracias.

—Me agrada su compañerismo— dijo Taxon.

—¿Ya van a darnos algún consejo? — preguntó Evan.

—Creo que lo hacen bien solos— dijo Kiara—. Ellos fueron los favoritos en sus respectivos juegos. Atractivos y atléticos, no fue problema que ganaran, así que se comprometieron seis meses después de que él ganara sus juegos, justo en la Gira de la Victoria...

—Y por eso tenemos el favor del Capitolio— dijo Ginebra—. Los patrocinadores están casi asegurados.

—El mejor consejo de todos es que sigan con vida— dijo Taxon—. Su instinto de supervivencia los ayudará a avanzar, créanme.

—Están en forma, eso puedo aplaudírselos— dijo Ginebra al apreciarlos—. ¿Algo que sepan hacer además de lanzar el hacha?

—¿Cuchillos, arcos, nudos, algo?

—Cuchillos— dijeron los jóvenes a la par y en tono dudoso.

—Estamos en el tunel— dijo Kiara.

—Excelente— dijo Taxon—. La estilista es un amor, ya tiene sus trajes listos, sus compartimentos son contiguos porque apenas la conseguimos...

—¿Enserio le tienen mucha fe? — dudó Blair, sonaba como si conocieran su trabajo de toda la vida.

—Ya la conocerán— sonrió Ginebra.

Las montañas forman una barrera natural entre la ciudad y los distritos orientales. Es casi imposible entrar por ahí, salvo a través de los túneles. Esta ventaja geográfica significó el factor decisivo para derrotar a los distritos en la guerra que originó Los Juegos. Como los rebeldes tenían que escalar las montañas, eran blancos fáciles para las fuerzas aéreas del Capitolio. Ante ellos estaba la gran ciudad que solo habían visto en la televisión. Edificios relucientes que proyectan un arco iris en el aire, los coches brillantes que corren por las amplias calles pavimentadas, la gente vestida y peinada de forma extraña, con la cara pintada y aspecto de no haberse perdido una sola comida. La gente se arremolina en la entrada para ver la llegada de los tributos.

—Saluda— dijo Evan cuando comienza a agitar la mano—. Quizá alguno sea rico.

***

—Empecemos— dijo Kiara al entrar luego de un par de minutos que estuvo sola. Ya que le habían ordenado darse un baño y ponerse ciertas cremas en un orden específico, le quitaron todo el vello del cuerpo, su cabello y cuerpo estaba envuelto en toallas; el tributo se sentía ajeno a tanto cuidado de imagen.

—¿No vendrá la estilista?

—Hola, por cierto, un placer.

—Pero creí...

—La acompañante falleció, no era precisamente joven, Taxon y Ginebra hicieron hincapié en que los acompañara.

—Perdón si...

—Tenemos tiempo, ya maquillé a Evan, así que me encargaré de ti.

—¿No te cansarás de ir de un lado al otro?

—Necesitamos entrenar si queremos ganar los juegos.

Le pidió que se pusiera la base con una esponjita mientras la peinaba, un chongo alto y de lado, concentrando su melena hacia la derecha, de la cual caían algunos mechones, además de tener uno a cada lado. Comenzó a colocar pasadores con mariposas en el contorno del rostro, fueron seis, cuatro pequeñas y dos grandes, acomodadas hacia el chongo. Delineó los labios y los dejó en color neutro, en cambio, los ojos fueron delineados, con sombra negra para resaltar sus ojos azules. Maquilló la nariz para que se viera más fina y maquilló los pómulos para que se vieran sonrosados.

—¿Ya casi?

—Necesito que se seque para ponerte el último retoque antes de vestirte.

—Siento la cara pesada.

—Te acostumbrarás, aun faltan mucho por delante.

—¿No deberías tener un equipo a tu cargo?

—Pidieron que yo hiciera los dos papeles, el Capitolio dijo que yo podía hacerlo sola.

—Era demasiado bueno para ser verdad.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora