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—¡Blair!

—Está herida— habló Sandy.

—Déjame ver— Evan se aproximó, se quitó la camisa y la usó luego de vaciar el agua en la herida ganándose fuertes quejidos por parte de la castaña, la anudó para tratar de hacer un torniquete.

—¿Quién era?

—El chico del 2.

—Al fin— suspiró aliviada.

—Tenemos que irnos— dijo Sandy—. El aerodeslizador ya casi llega.

—No traía la mochila consigo, debió dejarla más atrás— dijo Evan.

—¿Tenía provisiones?

—Comida suficiente para los tres.

—Pues hay que empezar— Blair intentó ponerse de pie y casi cae. Evan la tomó del brazo, le quitó el arma y se la dio a Sandy.

—Tómalo con calma— sugirió Evan.

—Gracias por venir— le sonrió con ternura dejándose llevar. Caminaron un poco en la dirección en que habían llegado, Evan tenía razón, la mochila tenía comida, una gran cantimplora de agua. Entonces sí apareció el aerodeslizador para llevarse el cuerpo.

—Intentó quedarse con el carcaj, pero se lo llevó el chico del 4...

—Que se lo quede, nosotros tenemos las hachas— se apuró Blair—. ¿Entraste en la cornucopia con él?

—Yo estaba detrás, no hubo necesidad de entrar, le quité la mochila a la del 5.

—Aun no muere, seguro querrá venganza porque los rechazamos.

—Ustedes se creen los Profesionales, se toman las libertades de rechazar a cualquiera como si fueran privilegiados— espetó Sandy.

—¿Algún problema? No veo que hayas empezado con algún aliado.

—Evan— exclamó Blair.

—Déjalo.

—Perdón.

—Son los Juegos— dijo Blair—. Hay que ir a ocultarnos, ya vimos que sí nos quieren cazar.

—Son los más deseados...— Sandy no terminó de hablar cuando un paracaídas le llegaba a Evan—. ¿Lo ven? Están arrasando.

—Medicina para tu herida y una espita— sonrió este, luego volteó al cielo—. ¿No lo pudieron mandar antes? Casi se le cae el brazo.

—Va muy enserio con lo que dijo en la entrevista— se burló Sandy. Otro cañonazo se escuchó y los del 7 se pusieron alerta cada uno con un hacha en mano.

—Se escuchó cerca de aquí— dijo Evan.

—No lo sabes, siempre se escuchan con la misma intensidad— espetó Blair, retomaron el camino. Unas nubes se acercaban hasta el sitio.

—Debemos encontrar refugio— dijo Sandy.

—Hay una cueva cerca de aquí.

—¿Y por qué la abandonaste?

—Escuché que venía a buscarte.

—¿No encontraste más aliados?

—No, tú dijiste que no los querías.

—Bueno, he cambiado de opinión— le sonrió a Sandy. Se dedicaron a caminar hasta la zona donde Evan les señaló, una vez allí, comieron un poco de la comida que lograron cazar, pusieron pomada en las heridas que ya casi sanaban y aprovecharon el agua, se podían dar ese lujo gracias a la espita. El himno sonó y comenzaron a aparecer los rostros en el cielo: el 2, 3, 4 y 8, luego volvió a aparecer el escudo del Capitolio y todo se fue a negro.

—Creo que les dieron un buen espectáculo por hoy, nos dejarán en paz— dijo Sandy.

—Que así se mantenga, debe reposar el brazo— dijo Evan.

—Estoy bien.

—Pero cansada, no has dormido— dijo Sandy.

—Estoy bien.

—Ustedes duerman— dijo Evan—. Yo montaré la primera guardia.

—No, estoy segura que tú tampoco has dormido— dijo Sandy.

—Anda, ven— Blair le extendió la mano, abrieron el saco de dormir y se metieron dentro.

—Se nota que te quieren más que a mí.

—Cállate— le dio un manotazo amistoso, él la abrazó y enseguida se quedó dormido.

—Está bastante cansado— murmuró Sandy.

—Sufre pesadillas, me sorprende que se esté controlando incluso dormido.

—Creo que todos la hemos pasado mal en nuestro Distrito.

—Tienes razón— se encogió de hombros—. No me dejes dormir más de la cuenta.

—Estaremos bien— dijo Sandy con cuchillo en mano, no dejaba de ver la entrada de la cueva, trataba de agudizar el oído en espera de una emboscada, aunque se vio obligada a retroceder cuando, por la mañana, una tormenta de arena comenzó.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora