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—Nadie puede evitar hablar de nosotros— dijo Evan sosteniendo su mano.

—Ya nos ganamos a los Vigilantes y al Capitolio, ¿qué más podemos pedir?

—Que nos allanen el camino para vencer los Juegos.

—Hay que darlo todo en esa entrevista.

—Y yo tengo un plan para eso— le sonrió—. Platica conmigo.

—¿Cómo?

—No se nos ocurrió nada y no tenemos el carisma de la gente del 4 o del 2.

—Tampoco somos los marginados del 11 o 12, así que estaremos bien.

Se abrieron las puertas del ascensor y tomaron sus posiciones. Ginebra y Taxon se sientan en las plataformas junto a los estilistas y demás mentores. Kiara, por su parte, tomó asiento junto a su marido, de las pocas veces que se atrevían a salir en público, después de todo, eran de los pocos estilistas que aun no se hacían operaciones y tintes que los deformaran. Todos los tributos se ponen y fila y suben al escenario. Los veinticuatro se sentaron formando un gran arco durante las entrevistas. En esta ocasión, la chica va antes que el chico.

Blair se aceleró al subir al escenario, ya que Evan le soltó la mano, debían andar de uno en uno hasta su asiento, no había siquiera espacio para interactuar. Iba nerviosa, con la respiración agitada, pero siguió erguida hasta su asiento. Hay un balcón reservado para los Vigilantes, los estilistas serán enfocados para alabar su glorioso trabajo. Los televisores de todo el país están encendidos, todo Panem los ve. Blair suspiró al saber que su hermanita la vería, era como tenerla cerca.

Caesar Flickerman es el presentador del programa y el encargado de hacer las entrevistas a los tributos cada año. Cada año se tiñe el cabello de diferente color y porta su característico traje azul. Cuenta un par de chistes para animar a la audiencia antes de ponerse manos a la obra. Las entrevistas duran tres minutos, pasados los cuales suena un zumbido y sube el siguiente tributo. Hace todo lo posible para que los tributos brillen, intenta tranquilizar los nervios, se ríe de las bromas tontas y puede volver cada respuesta floja en una memorable por su reacción.

—Bueno, Blair, todo el mundo alaba que siguieran la tradición del 7.

—No podía negarme, tengo a la mejor estilista de todas.

—¿Ya oyeron muchachos? El próximo año deben pelearla.

—Oh, no la dejaré ir tan fácil.

—¿Quieres decir que vas a volver?

—Por supuesto, ya lo viste en mi cosecha y el desfile, yo nunca bajo la cabeza.

—¿Sabes qué más notamos en el desfile? La complicidad con cierto joven.

—¿Qué no lo has visto? Su cara parece tallada por los mismos ángeles.

—Es tan guapo.

—Guapo se le queda corto— suspiró la castaña con una sonrisa.

—¿Te digo qué más se queda corto? El resto de puntuaciones, háblame de ese diez.

—Caesar, las sesiones son privadas por algo— fingió susurrarle—. Pero algo hicimos bien, significa que tenemos oportunidad ahí dentro.

—Tenemos, suena a que alguien ya tiene aliados en la arena.

—Y eso que aun no entramos— le sonrió con coquetería.

—Vaya, casi podría decir que te refieres a tu compañero.

—En el Distrito somos como hermanos, es alguien bastante preciado para mí y no lo dejaría morir a la primera.

—¿Aunque signifique sacrificar tu vida?

—Lo que sea por salvar la suya— dijo en tono solemne y viendo a la cámara, luego se escuchó el zumbido.

—Lo siento, se nos ha acabado el tiempo, pero fue un gusto conocerte. Del Distrito 7, Blair Herlic.

La susodicha vio a la audiencia antes de bajar y volver a su asiento, los aplausos seguían, aclamaban a la feliz pareja, ella aún no confirmaba que estaban en una relación, pero el público elogiaba el coraje de los novios por ir juntos a los Juegos, algo de drama no les iría mal. Giró su vista hacia sus mentores y estos le sonrieron para tratar de calmarla, para transmitirle que había hecho bien. La castaña se concentró en Evan, sonrió en su dirección.

—Bueno, ¿por dónde empiezo?

—Hola, soy Evan, vengo del 7, por si no lo sabías— a lo que Caesar se carcajeó y le estrechó la mano—. Un placer.

—El placer es todo mío, debo preguntar, ¿un árbol?

—Parecerá sorpresa, pero en el 7 hay muchísimos, más de los que puedas contar.

—Se veían tan bien juntos, digo, incluso hoy vienen a juego.

—Fue mi idea, quería que tuviéramos otro momento único, para nosotros dos, a pesar de que no haya interacción entre los dos.

—¿Y cómo se lo preguntaste?

—¿Preguntar qué?

—Puedes decírmelo, te guardaré ese secreto.

—El plan era preguntárselo ese día, en la noche, celebrar que nuestro nombre por fin había salido de las urnas para siempre...

—Lamento oír eso.

—Está bien, pasaremos mis últimos días juntos, así ella tendrá la vida que se merece, porque no pienso dejar que sacrifique su vida por encima de la mía.

—¿Vas a pelear por ella?

—Tanto como me sea posible.

—Entonces serán un equipo imparable.

—Ese es plan— sonrió antes de ponerse de pie y sacar de su saco una rosa roja y alzarla en alto, Blair comenzó a derramar lágrimas, no solo era una declaración de amor con todas sus letras, significaba un pulso al sistema, aquello de lo que hablaron la noche anterior.

Los 69 juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora