Capítulo 65

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Los días de la semana pasaron, Karlie cómo había dicho, había regresado ese día, y todos los demás, aunque no se quedaba ya a dormir con ellas no había día que no estuviera ahí para ver películas con las niñas o llevándoles comida y dulces.

Taylor no podía estar más agradecida y alegre de ver cómo parecían mejorar su relación, si no fuera porque el resto de la semana la había ignorado a ella.

Justo cuando se iba Taylor quería retenerla, volvía a disculparse y le pedía que hablaran, pero Karlie se negaba y se marchaba. No podía culparla, había reflexionado sobre todo lo que había dicho y entendía que estuviera furiosa con ella. Pero odiaba que estuvieran mal las cosas entre ambas.

Era viernes por fin, las niñas jugaban en el patio trasero y ella se encargaba de checar unos papeles de la clínica en la sala de su casa justo cuando un camión paró frente a su casa. El sonido de alarma que advertía la reversa inundó el ambiente, se puso de pie para ver de qué se trataba, lo vio estacionarse y un par de hombres bajar de él.

Vio que se dirigían a la casa cuando Karlie salió detrás del vehículo de carga y hablaba con ambos empleados. Claro que era ella. Estaba curiosa por saber que es lo que traía entre manos esta vez, no es que le avisara cada que llegaba, todos esos días le había ignorado los mensajes, y llamadas que no tenían que ver con las niñas. Se sentía fatal. Estaba consciente de que ella había causado todo.

Salió a su encuentro, topándose con la mirada neutra que había estado en la castaña toda la semana. — ¿Qué es esto Karlie?

— Un regalo para las niñas —. ¿Otro? ¿Y que era tan grande que necesitaba un camión? Taylor quería preguntar, pero los señores estaban ya en ello, bajando una gran estructura de la parte trasera. — Es algo grande, pero se lo prometí a Tate. Espero no te moleste que no te avisará y pidiera tu opinión.

La castaña había usado ese mismo argumento para todo durante la semana, Taylor se sentía muy mal por hacerla sentir así, quería hablar con ella pero no sé lo permitía, ¿Cuántos lo siento tenía que ofrecerle?

— Karlie para con eso —. Karlie se retiró pasando de ella una vez más, para indicarles a los señores por donde pasarán y a dónde quería que llevarán la casita de madera que había comprado, la pusieron en una base con ruedas y con cuidado la rodaron hasta la parte trasera.

Era de metro y medio de altura aproximadamente, amplia y pintada con detalles en rosa y lila, había comprado otras cosas para el interior, accesorios que creía que irían bien con ella y desmontables. Tate le había dicho que quería cocinar dentro, Taylor se sorprendió de tal regalo y las niñas chillaron emocionadas al ver qué instalaban su nueva casita en el patio.

— ¡Karlie la compraste!

— Era una promesa cielo —. Karlie sonreía de oreja a oreja mientras Tate la abrazaba en agradecimiento, le gustaba ver cómo la castaña disfrutaba cada segundo con las niñas y que hubiera un progreso. Quería que fuera igual con ellas dos, que justo en ese momento se sentía desplazada.

Taylor se había exaltado demasiado en esa discusión, siempre terminaba hiriendo a Karlie y sabía que debía aprender a controlarse, se arrepentía tanto y quería dejárselo saber, si tan solo le digiera la palabra.

— Mira mamá, ¡esta enorme! —. Elizabeth estaba alucinando junto con Tate.

— Dale las gracias a Karlie.

— ¡Gracias, gracias Karlie!

Karlie supervisó que todo estuviera en orden y dejó a las niñas jugando mientras se regresaba al frente, Taylor la siguió, le dio su espacio mientras despedía a los señores y les firmaba unos papeles, cuando se hubieron ido, se acercó para intentar persuadirla una vez más.

Siempre Y Desde SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora