39.- Villanos

114 21 16
                                    

El portal se cerró delante de nosotros, pero las manos seguían en nuestros cuellos.

- No hagáis nada estúpido, no me gustaría tener que mataros aún - susurró.

Miré a nuestro alrededor. Estábamos en lo que parecía un bar, y pude reconocer a cinco de las personas allí presentes. Shigaraki se encontraba sentado en un taburete delante de la barra, mientras Kurogiri estaba detrás de esta, limpiando unos vasos. El enmascarado estaba al lado de Spinner, el villano con apariencia de lagarto, y Magne, la villana que atacó a Pixie Bob.

- ¿Qué queréis de nosotros? - me atreví a preguntar.

- Me alegro de que te interese saberlo, pequeña Okamoto - dijo con una risita, a la cual respondí con un gruñido - Quiero que os unáis a nosotros.

- Y crees que eso va a pasar porque...

- Solo tenéis 3 opciones. Os unís a mí, os convertimos en Nomus u os quitamos los koseis y os matamos - mostró una sonrisa siniestra - Aunque en tu caso, la segunda opción no existe. Okamoto, tú o te unes o te matamos.

Le lancé una mirada asesina, y él se giró hacia el resto de villanos.

- Atadles. Toga, ya sabes qué hacer.

Un par de villanos más nos agarraron de los brazos, nos obligaron a sentarnos en unas sillas y nos ataron a estas con fuertes correas. Rápidamente le pusieron a Bakugo unos grilletes como los del Festival Deportivo para que no pudiera usar su kosei. Esperé a que me hicieran lo mismo, pero en cambio tiraron mis manos hacia atrás.

- No creerías que soy tan idiota como para ponerte unos simples grilletes, ¿Verdad? - dijo mientras se me acercaba y se agachaba para estar a la altura de mi rostro - No, Okamoto, para ti tengo reservado algo mucho mejor.

- ¿Qué?

La villana rubia con cara de loca se colocó detrás mía, empuñando un cuchillo.

- ¿¡Qué vas a...!?

Sentí un objeto punzante clavarse en mi mano derecha.

- Considéralo un regalo por parte de la Liga de Villanos - susurró en mi oído.

Un filo recorrió toda la palma de mi mano, desde la casi la muñeca hasta las puntas de mis dedos, enterrándose profunda y lentamente en mi carne. Emití un quejido de dolor y forcejeé con todas mis fuerzas, en vano. Pataleé tratando de soltarme las piernas, y Shigaraki puso su mano en mi rostro, sin apoyar todos los dedos.

- Será mejor que pares, pequeña...

Sentía las gotas de sangre cayéndome por los dedos, pero dejé de moverme.

- ¡Maldito bastardo, déjala en paz! - exclamó Bakugo.

- Si te unes a nosotros, me lo plantearé.

El cuchillo se separó de mi mano y respiré por un momento, pero esta vez se clavó en mi mano izquierda.

- ¡Cuánta sangre! ¡Me encanta! - exclamó Toga, con un tono risueño.

Repitió el procedimiento anterior. Cerré los ojos y la mandíbula con fuerza, tratando de contener otro grito. El cuchillo me desgarraba, un par de lágrimas cayeron de mis ojos y me mordí el labio.

- Está bien, Toga, para ya - dijo Shigaraki.

- Joooo, pero es divertido... - se quejó.

Oí como dejaba el cuchillo en el suelo, sentí presión en mi mano derecha y como separaban la carne, haciéndome gritar de dolor.

- ¡Mira! ¡Si casi se le ven los huesos! - chilló de nuevo.

Black AlchemistDonde viven las historias. Descúbrelo ahora