77.- Charlas

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~ Narrador: Midoriya ~

Cerca de una hora después, la puerta se abrió. Me levanté de golpe, mirando a Shayumi.

- ¿Estás mejor?

- Creo que sí... - susurró - Mañana hablaré con mis padres...

- Me alegro... - tomé sus manos entre las mías y besé sus nudillos, o al menos el cuero que los cubría - Kacchan te ha traído agua y comida, ya que no sabíamos si ibas a estar mucho rato en la llamada o si querrías bajar con los demás.

- Es un cielo... Siento haber tardado tanto con tu móvil y haberte robado la habitación... Y siento haberte preocupado... Y-

- Shayumi, para... - susurré - No te disculpes por nada de eso, ¿Vale? Pero me gustaría que me contases estas cosas para poder ayudarte en lo que haga falta...

- Entendido... - respondió.

- Gracias por confiar en mí. ¿Entramos?

- Sí...

Pillé el plato de comida del suelo junto a la botella de agua, y entramos en mi habitación. Dejé la comida sobre mi escritorio y ella se sentó en la silla, por lo que yo me puse en la cama.

- ¿No vas a comer? - preguntó.

- Es posible que te haya robado un poco cuando tenía hambre... - dije, llevándome una mano a la nuca, con una sonrisa nerviosa.

Se rió levemente, y sentí mi corazón derretirse. Cuando casi se hubo acabado la comida y no pudo más, se sentó a mi lado en la cama.

- Creo que te dejaste aquí algún pijama, por si quieres estar más cómoda - comenté.

- No hace falta... - susurró y se tumbó - Estoy agotada...

Me tumbé a su lado, y hundió su rostro en mi pecho.

- Intenta dormir, ¿Vale? - rodeé su cuerpo con mis brazos.

- Pero, las pesadillas...

- Estoy aquí, para lo que necesites - besé su coronilla.

Asintió con la cabeza, y en unos minutos se había dormido. Suspiré y apoyé la cabeza sobre la almohada.

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Una serie de zarandeos me despertó súbitamente, un par de horas después. Abrí los ojos, viendo a Shayumi con la frente cubierta en sudor, dando espasmos e hiperventilando.

- N-no... P-para... Déjame... - susurraba en sueños.

- 'Yumi - intenté despertarla.

Temblaba de arriba abajo, se movía más erráticamente y lágrimas caían de sus ojos.

- Shayumi, despierta...

No servía.

- A-aléjate de mí... - suplicó.

- Shayumi.

Me incorporé y la zarandeé con cuidado.

- ¡N-no, no, no, no! ¡No!

- ¡Shayumi!

Se irguió de golpe, con los ojos muy abiertos. Me miró y en menos de un segundo se abalanzó hacia mí, aferrándose con fuerza a mi camiseta y llorando sobre mi hombro.

- Ya está, ya está... Todo está bien... Sshh...

- ¡N-no, no está bien! ¡No consigo sacarme su puta voz de la cabeza, me taladra los oídos! - exclamaba entre llantos.

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