Capítulo #39: "De regreso a casa II"

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Capítulo #39: "De regreso a casa II"

*Punto de Vista: Charlotte Scott (Lote)*

El viaje a casa está siendo una tortura no sé cómo mirar a los ojos a David. Su mirada se reposa en mi de ves en cuando, puedo sentirla, pero no dice ninguna palabra. No hay música o conversación. Quizás ambos estamos tan metidos en nuestros pensamientos que no podemos decir algo. Es tan difícil.

Nunca he tenido confianza en mi, siempre me sentí vacía e incompleta. Sin embargo con él me siento tan útil, tan fuerte y como piezas que encajan a la perfección. Juntos me siento importante.

— ¿Es por eso que siempre siento que no confías en ti, ni en tu cuerpo, ni en nadie? — me distrajo con la pregunta.

Me quedé unos segundos callada analizando cada palabra de su pregunta.

— Si, es por eso. — respondí.

— No hagas eso.

— ¿El qué? — pregunté ladeando la cabeza.

— Desconfiar de ti, necesitas confianza para obtener lo que quieres, si te hace falta, yo tengo suficiente. Porque yo confío en ti incluso más que en mi.

Me sentí tan cálida.

Resguardada dentro de su piel.

Pero un pensamiento entro en mi cabeza. ¿Si confía en mi porque discutió conmigo por lo de Bruno?

No hablé, pero lo pensé, desde que discutimos por eso tuve esa duda en mi cabeza, y por eso comencé a pensar que no confía en mi, pero sin embargo al creer en mi palabra con lo del señor Cox -debería dejar de llamarlo señor- demostró que en verdad si lo hace.

Todo esto es tan confuso.

No pude dormir anoche en el hotel, así que me quede dormida al llevar casi 5 horas de viaje.

Desperté cuando entramos a la region de la universidad.

— ¿Ya llegamos? — pregunté con voz somnolienta.

— Si cariño, descansa un poco más.

Bostezo.

— ¿Estas cansado?

— Solo un poco — mintió descaradamente.

Sonreí porque se que nunca me diría la verdad.

— Te compre comida en la carretera, mira en el asiento de atrás.

Y allí estaba, una Coca Cola y Doritos. Me encantan los Doritos de Queso.

Comí con prisa y a los pocos minutos llegamos al frente de nuestro edificio. Se detuvo allí y me miró comer.

— ¿Bajamos? — me ofreció su mano. La tomé sin dudar, mientas él subía ambas maletas yo masticaba y bebía. Esto está delicioso.

Las escaleras se me hicieron eternas, hasta que por fin estuvimos frente a nuestros apartamentos.

— ¿Te quedarás a dormir conmigo? — preguntó con un tono tan triste que no pude decirle que no.

— Por supuesto mi ángel.

Incluso ahora ese "Ángel" tenía un más sentido.

— Déjame dejar la maleta en mi habitación y regreso — expliqué.

Paula y... ¿Maddison? están sentadas en el sofá comiéndose la boca. La expresión "comiendo" le queda perfecto.

— Oh, Charlotte — me saludó Paula.

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