Pero al día siguiente, no se libró de la regañina de su madre que estaba bien ofuscada porque su único hijo intentara esquivar su deber una vez más, como bien su marido – qué paz descanse -, le inculcó. Por desgracia, no reconoció que el método de enseñárselo fue el más erróneo.
- ¿Cómo me pudiste hacerme esto delante de mis amigos? ¿Con qué cara se me quedó al ver que te ibas de la fiesta y sin bailar con ninguna joven? Quedé muy mal delante de los Green.
El aludido le respondió con una mirada inescrutable y dejó los documentos a un lado; el enfado de su madre lo requería.
- Creía que era un adulto, no que tuviera cinco años que todavía está detrás de las faldas de mi madre.
Las mejillas de la dama se sonrojaron.
- Precisamente, no eres un crío y debes hacerte responsable con el legado que te dejó con tu padre.
- Sí, deudas y un magnífico castillo inhabitable. Gracias, por recordármelo.
No entendía porque le contestaba así. ¡Era su madre!
- Si tuvieras un poco más de respeto a su recuerdo, habrías buscado siempre el bienestar de esta familia.
- Cosa que he hecho desde que nací.
Lady Myers fingió un dolor tan grande que se enjuagó una lágrima invisible, menos mal que el testigo de su teatro, que había, tenía tanta paciencia...era él.
- Anoche, hubieras tenido la oportunidad perfecta de cortejar a una joven de buena familia.
- ¿Con una generosa dote?
La expresión se le cambió por completo, a una más firme.
- No es gente noble, pero sí honrada y trabajadora.
- ¿Desde cuándo has cambiado de opinión y la elegida perfecta es la hija de burgueses?
No pudo más con las burlas y alzó la voz.
- Si no te casas pronto; estaremos en la calle, cosa hijo mío, nos vendría muy mal a los dos. No solamente a mí, que te recuerde. Porque tanto tú como yo estamos en el mismo barco y gozas de unos privilegios que en ningún momento te has quejado de disfrutarlos. No creo los echarías de menos de pronto.
La dama se levantó y, por arte de magia, la puerta se abrió. El bueno de Gold sabía que no duraba mucho tiempo su visita. Así había sido. Como también, estaba seguro de que su señor salía un rato después, para desahogarse.
Así fue, sonando un gran portazo que los habitantes de la casa del otro lado lo habían escuchado.
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No soy como él (Volumen I)
Historical FictionEs un borrador que le iré dando forma conforme vaya escribiéndola. Nadie espera que el primer amor sea el que traiciona y rompa en mil pedazos su corazón. ¿Podrá sanar de las heridas, de la desconfianza y del dolor?