Capítulo 18 (breve)

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Estaba esperándolo, y durante ese tiempo de espera consideró, en serio, en retractarse y dar la espalda al despropósito que estaba a punto de cometer, la traición a su amigo, aunque este le había llevado por ese camino.

Como la serpiente que ofreció el pecado en manzana a Eva, la tentación de probar fue tan grande que no evitó morder un trozo. No bastaba la felicidad del paraíso, la compañía del amado a su lado. No bastaban las promesas eternas.

No era una manzana apetitosa lo que se le estaba tendiendo; en su mano, estaba la posibilidad de hacer justicia moral, rompiendo con los parámetros de lo que estaba bien o mal.

Porque si iba a dar el paso, de morder la manzana, no iba a haber vuelta atrás; las consecuencias podían ser escalofriantes, dejando a un lado lo conocido y adentrándose en terreno desconocido.

O... podía borrar el recuerdo que la atormentaba y darle una oportunidad a Edward, a ese futuro de color de rosa que le prometía. Darle un voto de confianza y olvidar lo ocurrido con esa mujer. Sin embargo, ¿podía vivir con la perpetua desconfianza y la amargura de que no lo era fiel?

Finalmente, ¿un hombre era siempre fiel?

Donde tenía entendido, no albergaba un sentimiento afectivo hacia lord Myers y no le importaba si le era desleal. Al fin y al cabo, un matrimonio con él sería un acuerdo, un enlace donde ambos podía sacar provecho, aunque en el futuro pudiera pagar un precio mayor.

No lo pensó cuando le escribió esa nota, citándolo.

Aunque podía haberla desechado perfectamente. ¿Qué le interesaba citarse con ella, ante la posibilidad de que le cayera la soga del matrimonio, mas esta era la propuesta que iba a poner en la mesa?

La lluvia seguía cayendo y no veía a ningún transeúnte caminando. Con la que caía, para atreverse a salir y recibir un buen baño de agua.

Así que no pintaba bien, ni por un lado ni por otro de que acabara la situación en buenos términos, siendo inviable por donde lo mirase, habiendo fugas donde el agua se iba perdiendo.

- Ha sido una locura - musitó mirándose los puños apretados -. No va a venir, ni va a aceptarlo.

Lo había citado en la librería como punto de encuentro, creyendo que vendría. Sí, le había dado plantón, y de alguna manera, no le sorprendía. ¿Qué le iba a atraer ir hasta allí? ¿Qué le iba a atraer de ella? Tendría que buscar otra manera que pudiera hacerle daño. Y cuando dio la vuelta para irse de allí, con el manto de agua, lo vio enfrente de ella. El caballero no titubeó y dio un paso más, acercándose y refugiándose en aquel sitio que parecía apartado.

- No puedo negar que me siento intrigado - le enseñó la nota que sujetaba entre sus dedos enguantados, y la guardó en su chaqueta, como si temiera que se la robara, pero no se la robó -. ¿Para qué requiere de mi presencia, señorita Green?

Si había tenido valor de haberle escrito esa nota, debería ser valiente para lo siguiente.

Aunque no fue tan fácil como lo pensó.

- Necesito que me haga un favor.

Observó como los ojos del hombre se entrecerraban en una rendija.

- Más que un favor, es una petición - no supo si era de agradecer su silencio o no -. Sé que no le intereso como esposa, me lo dejó bien claro la otra noche... - ¿por qué no le decía nada? -, pero le pediría que se lo replanteara.

- ¿Qué me está proponiendo?

Inspiró hondo y lo soltó, sintiendo que su corazón iba a explorar.

- Un matrimonio de conveniencia.

- No - entendió su negativa, pero no podía aceptarla -. No, ¿por qué no se lo pide a Edward? Me imagino que estaría encantado de complacerla.

- Porque no puedo... bueno ya me lo pidió.

La mirada del hombre destelleó, de una forma peligrosa.

- Entonces... ¿por qué quería que fuera su esposo en vez de su amigo del alma?

Mantuvo los labios sellados y secos.

- Me ha hecho perder el tiempo al venir aquí - hizo una mueca de desdén -, ¿le parece gracioso?

- ¡No! No me parece gracioso. Se lo estoy pidiendo como un favor.

- Ha dicho que no lo era.

- Sí y no - ella se enredó con sus propias palabras y tomó una bocanada de aire -. Porque lo que quiero es vengarme.

Continuó ante el silencio que le ofreció.

- Vengarme de Edward. Usted no puede rechazar laoportunidad que le estoy poniendo en bandeja. Sé su odio hacia él. ¿Qué más puede perder con una alianza que le beneficia? No pido amor, ni cariño; solo la justa venganza que me ayude a respirar de nuevo.

Los dos mordieron la manzana prohibida.

No soy como él (Volumen I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora