Ante la disposición de que sus padres iban a permanecer por una noche en la casa de su marido, no evitó que, una vez que se había instalado, su madre la fuera a buscar con el fin de sonsacarle más respuestas. Elle estaba entretenida en que Celesty se sintiera cómoda en su nuevo hogar, una cesta de mimbre con la manta en su interior. No evitó sonreír ante la imagen del gatito trepando entre los aparentes bultos de la manta.
- ¿Te encuentro ocupada?
Elle miró a la joven que le había sido dado el puesto de doncella y esta, entendiendo la mirada de su nueva señora, se fue de la habitación. Se fijó que su madre traía algo envuelto.
- Mañana mandaré alguien a que te traigan tus baúles. No estaba segura de cuándo ibais a llegar.
- No te preocupes, el viaje ha sido muy acelerado.
La mujer asintió y la observó concienzudamente
- ¿Por qué no me dijiste que estabas enamorada de él? ¿Temías que tu padre se hubiera podido negar a la pedida de tu mano?
No cayó en prepararse un buen discurso, parecía ser que su madre estaba desconfiada de cómo habían transcurrido las cosas.
- Como te hemos dicho no queríamos retrasarlo por más tiempo.
La réplica fue un bufido.
- De todas maneras, ¿qué más os daba si hubierais esperado? Lady Myers estaba de los nervios al igual que nosotros.
- ¿Lady Myers?
- Ella era la más reticente de todos nosotros en creer que su hijo se había casado. Quería comprobarlo con sus propios ojos. No paraba de decir de cómo lo habías hecho para que entrara en su cabeza dura la idea de casarse, ya que había hecho todo lo posible para que se asentara de una vez. Al parecía ser era un hombre reacio a casarse.
- Ohhhh.
- Por eso, creíamos que estabas embarazada – susurró por lo bajini.
- ¡Mamá! ¿Cómo se te podía ocurrir ese disparate? – aún estaba impresionada por la imaginación de su madre.
- Disparate o no, muchas jóvenes se han casado, preñadas.
- Debe ser un gran alivio que no ha sido en mi caso.
Además, no sabía si anoche hubiera podido concebir, pensó arrugando el ceño.
- ¿Habéis consumado?
Sus mejillas ardientes se lo confirmaron.
- Sí, en nuestra noche de bodas.
- Oh, entonces, me has ahorrado en explicarte sobre cómo funciona, pues ya sabes, eso.
A "eso" lo acompañó con varias subidas de ceja.
- Si me lo explicas así, lo entenderé mucho mejor – replicó con un deje de sarcasmo y puso los ojos en blanco.
- ¿Sabes que no puedes negarle su derecho como esposo?
Ya sintió hasta fiebre en el cuerpo. Asintió secamente.
- Y yo que pensaba que estabas interesada en Edward – no se le escapó la mirada significativa de su madre.
Elle trató para que no le temblara la voz.
- Edward es mi amigo, madre.
- Parecía más que un amigo. ¡Me ponía de los nervios cada vez que te visitaba, como si tuviera el derecho de estar cerca de ti!
La mención y la intensidad con que le dijo, le produjo dolor de cabeza.
- Ahora que estás casada, espero que sepa guardar las distancias.
- Madre, por favor.
El tema le estaba empezando a cansar, sobre todo, porque aún tenía que enfrentarse a él y le producía cierto malestar con solo pensarlo. Alguien tocó la puerta y, rápidamente, la señora Green dijo:
- Te he traído esto - le señaló el bulto envuelto -. Había pensado que quizás te lo quisieras poner.
Hizo un gran esfuerzo por no poner los ojos en blanco, quien tocó la puerta fue su salvador, no estaba segura dónde podría haber tirado su madre. Era una sirvienta que traía una jarra de porcelana, se imaginó que traía agua para refrescarse.
- Me voy yendo, seguramente, tu marido no tardará en llegar. Me alegro mucho por ti, hija.
Le dio un abrazo que casi le provocó las lágrimas a la joven.
- Gracias, madre.
- No quería haberte visto nunca infeliz.
Si ella supiera la cuarta parte de lo ocurrido..., pero no le dijo nada sobre la verdad de su matrimonio. Cuando se fue, pudo permitirse en derramar alguna.
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No soy como él (Volumen I)
Ficțiune istoricăEs un borrador que le iré dando forma conforme vaya escribiéndola. Nadie espera que el primer amor sea el que traiciona y rompa en mil pedazos su corazón. ¿Podrá sanar de las heridas, de la desconfianza y del dolor?