Capítulo 43 (muy breve)

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¡Feliz año 2022!

❤❤❤❤

Se me hace extraño porque aún pienso que estamos en el 2021 🙈🙈

Os dejo con un nuevo capítulo. No sé si se repetirá algo con los anteriores. Si es así, ya lo corregiré cuando pueda ✌ Nos leemos pronto!

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¿Cómo un ser tan diminuto podía hacer que su corazón estuviera encogido o se le hinchara de orgullo? Su hijo apenas pestañeó o movió la boquita, tranquilo asumido en el quinto sueño, mientras era sostenido por sus brazos. Aunque no era la primera vez que lo cogía, le hacía sentir vulnerable, a la vez, gigante queriéndole proteger de las sombras oscuras que acechaban.

- Te prometo, hijo mío, en no decepcionarte. Tu madre y yo te haremos saber cada día cuán orgullosos estamos y velaremos por tus sueños, venciendo los miedos y los obstáculos que pueda haber.

Ni el crujido de unas telas, ni el notar su peso apoyado en el costado de su cuerpo, ni su aroma dulce le hicieron despegarse de su hijo, mirándolo con una inmensidad que no le cabía en el pecho.

- Es increíble el poder tenerlo en brazos.

Hacía dos semanas que había nacido y aún no lo se podía creer. Le dio un beso en su suave frente y lo colocó bien en la cuna. No se apartó de inmediato de la cuna.

- ¿Se han ido? - le preguntó sin apartar la mirada de la criatura.

- Sí, tu madre y la mía me han vuelto a insistir en que no tengamos al bebé en el mismo dormitorio. No puede estar con los adultos.

- No me importa.

Elle guardó una sonrisa en sus labios. Él había sido el primero en ordenar que la cuna estuviera cerca de ellos, aunque significara menos horas de sueño y menos intimidad y haber contratado a una niñera. Pero tampoco ella soportaba estar lejos de su pequeño. El silencio permaneció entre ellos como un manto de paz que los arrullaba, meciéndolos.

- No puedo evitar sentir que haga lo que haga será poco para él.

- ¿Por qué? - lo observó intrigada por sus palabras. Antes, cuando lo había escuchado...

No era común en él reflejar sus sentimientos, y menos sus temores.

- He tenido toda mi vida la presión, el deber y el querer demostrar que era válido para ser el hijo de mi padre, su orgullo y su premio. Aun así, no fue suficiente para él.

No fue consciente de la amargura con que destilaban sus palabras. A Elle se le encogió el corazón. No habló, pensando que necesitaba masticar dichas palabras que, por primera vez, las soltaba enfrente de ella.

- Muchas veces pensé si fue un error para él nacer.

- No digas eso, por favor - le dolía escucharle hablar así de él.

- Por eso odiaba tanto a tu amigo, a mi vecino - contuvo un jadeo, le estaba confesando -. Él lo idolatraba cuando hacía las mismas cosas que yo. Ni sacando las mejores notas, ni tocar como el soberbio de los artistas, ni montar en caballo... fueron méritos para que él estuviera orgulloso de mí.

- Damien.... - alzó una mano y cubrió con ella su mandíbula que estaba rasurada aquel día. No la apartó, ni se distanció de su contacto, pero no se giró a su caricia -. No lo sabía.

- ¿Qué ibas a saber? Si se suponía que era su hijo, su legítimo heredero y aun así me odiaba.

- No podía ser.

Damien no se lo negó, ni la contradijo.

- ¿Por eso lo odiabas también?

Fue en ese momento cuando se giró hacia su mano y la miró, chocando su mirada más clara e intensa que nunca antes había visto hasta en ese instante. No le respondió de inmediato, sino que besó su palma, calentando y hormigueando su piel. Por muchos besos que le había dado, por haberla acariciado, el efecto en ella era el mismo. Tragó con dificultad.

- No solamente lo odiaba, sino que le tenía envidia.

- Tenías a tus amigos y a tu madre.

- Pero no el amor de mi padre - se le estrujó más el corazón -. Tampoco la luz que siempre lo acompañaba.

Elle lo abrazó con fuerza e intentó contener las lágrimas. No le correspondió al abrazo, partiéndola en pedazos. El niño que lastimaba e insultaba fue difuminándose para dejar en su mente a un niño solitario y lleno de odio por la falta del cariño paternal.

- Tú eras su luz.

Le saltó un latido al oírlo y levantó nuevamente la mirada hacia él, y su estómago pegó un brinco.

- Damien.

No le habló, y pensó que no lo haría hasta que dijo:

- Yo quería y perseguía esa luz.

No soy como él (Volumen I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora