Capítulo 11

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Volker

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Volker.

Ariana se corre con mis dedos en su interior, el éxtasis se desborda en sus ojos, la miro y ella solo sostiene mi mirada de la misma manera, los aplausos resuenan en todo el salón y mi mano ya ha salido de debajo de su vestido, alejo mi mirada de la suya mirando al hombre sobre la tarima que comienza a hablar.

Mi polla duele, las ganas de arrancarle el maldito vestido y follarla hasta el cansancio solo aumentan a cada maldita pulsada que mi verga erecta da.

Acomodo el maldito bulto en mi pantalón que parece que en cualquier momento va a romper la tela, tomo mi copa sobre la mesa y la bebo toda de un solo trago.

Aquel hombre sobre la tarima comienza a hablar de nuevo, intento concentrarme en él para hacer a un lado el deseo que comienza a carcomer, no puedo perder el maldito control y no quiero hacerlo. Cada maldita pulsada en mi polla duele más que la anterior.

—Ven conmigo— tomo la mano de Ariana mientras la obligo a poner de pie, me importa muy poco las miradas de los chismosos a nuestro alrededor, camino con prisa y llevando por delante de mí a la mujer castaña que se encarga de cubrir la polla erecta debajo de mi pantalón.

Salimos del salón caminando por el pasillo desierto.

—Señor Diek... —intenta hablar pero solo sigo caminando, paso por delante de ella y solo soy yo quien la guía ahora—. Tenemos que volver al salón, el señor Brown puede regañarme si se entera que no he cumplido sus ordenes.

—Oliver puede irse a la mierda ahora mismo —suelto sin dejar de caminar—, estás haciendo tu trabajo.

Se supone que debe estar todo el maldito tiempo conmigo, ¿no? Pues eso es lo que está haciendo.

No pienso en el momento que abro una puerta aquí, la aviento en el interior y en el primer segundo después de cerrarla detrás de mí ya estoy sobre sus labios, el calor está quemándome, solo quiero descargarme y que esta maldita presión en mi entrepierna se vaya.

Ariana no se queda atrás cuando sus labios ya están moviéndose sobre los míos, tomo su cuello con rudeza acercándola más a mí y profundizando la unión entre nuestras bocas que se mueven con desenfreno una sobre la otra. Mis manos comienzan a recorrer las curvas de su cuerpo que se adaptan a ese maldito vestido rojo que trae encima y que desde hace rato quiero quitarle, tomo los tirantes y bajo estos sin esperar más liberando de inmediato las enormes tetas que se carga y que me hacen enloquecer para llevarlas a mi boca de inmediato, sus pezones se tensan entre mis dientes mientras la loca que tengo como guardaespaldas jadea.

Subo de nuevo a su boca tomando de nuevo sus labios, mi polla palpita más.

—Vas a ser mi perra a partir de hoy —suelto contra sus labios mientras tomo una de sus piernas y la enredo en mi cintura, con mi mano libre bajo la hebilla de mi pantalón y libero mi miembro erecto que duele como la mierda, hago el maldito hilo de su tanga a un lado para después tomar su cintura y aventarla hacia mí clavándole la erección que se pierde de inmediato en su canal—, porque voy a follarte cada que se me venga en gana, Ariana, voy a terminar contigo de la manera más placentera que conozcas hasta que no puedas sacarme de tu cabeza y te vuelvas loca por mí.

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