Capítulo 30

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Dakota

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Dakota.

Subo al jet al igual que el resto aquí, Yerik y Oliver toman asiento junto a Ada quien al parecer ya había subido, la pelinegra me sonríe y solo sonrío de la misma manera mientras camino a otros de los asientos disponibles.

Veo como Volker les da algunas palabras a los otros tres pasajeros aquí para después caminar hasta donde estoy y sentarse de igual manera.

El vuelo inicia, solo miro por la ventanilla del jet mientras el alemán frente a mí lee documentos y firma otros tantos, miro también hacia los asientos en donde se encuentra el resto, Ada teje mientras que Yerik y Oliver solo beben y ambos me dan algunas miradas de vez en cuando.

Sé que posiblemente no les agrade la idea de que esté montada en el mismo jet que ellos, no es ningún secreto que repudiarán a cualquier persona que ponga en peligro la integridad de Volker y al parecer yo formo parte de esa lista.

Ignoro sus presencias y solo sigo mirando por la ventanilla de mi asiento, aunque, no hay mucho que ver. Mis pensamientos siguen divagando en mi escuadrón y en su falta de comunicación, intento convencerme de que todo está bien y de que únicamente se trata de un percance o de que en realidad están ocupados como para poder tomar mis llamadas.

Mis pensamientos se detienen cuando una voz femenina se escucha, mis ojos van hasta una mujer aquí, por su uniforme sé que se trata de una azafata.

—Su trago de siempre, señor —sonríe mientras le extiende un vaso con whisky que Volker acepta sin mirarla, lo lleva hasta sus labios y le da un trago mientras la azafata espera de pie, tal como si esperara algo más.

Miro a Volker pero no le presta atención, los ojos de la mujer se muestran iluminados mientras mira al alemán.

—¿Puedes traerme agua natural? Por favor —hablo hacia esa mujer quien aleja su mirada de Volker para mirarme a mí, su sonrisa se distorsiona un poco.

—Solo estoy autorizada para servir al señor Diekmann —habla y me remuevo incómoda en mi asiento.

—No lo sabía, lo sien... —intento hablar pero me interrumpen.

—Solo tráele un puto vaso con agua y ya —Volker suelta entre dientes y sin mirar a esa mujer, su vista sigue en los papeles que tiene en mano.

La quijada de aquella mujer se aprieta mientras vuelve a mirarme, sus ojos desbordan enojo y recelo.

—Por supuesto, señor —suelta entre dientes, me mira y sonríe falsamente—, ahora mismo se lo traigo, señorita.

—Gracias, linda —sonrío en su dirección y solo la veo alejarse.

Una vez que se ha alejado miro al alemán.

—Te la follaste, ¿no? —pregunto, veo como una sonrisa burlona se pinta en los labios de Volker.

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