Capítulo 39

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Dakota

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Dakota.

Salgo del hospital sin darle la oportunidad a Yerik de que me vea de nuevo porque sé que intentará molestarme con lo mismo de darle el disco duro de Borka.

Limpio las lágrimas que siguen resbalando por mis mejillas en el momento que pongo un pie fuera del hospital, estoy huyendo de Yerik quien posiblemente cree que aún sigo esposada a la cama de Volker.

No me importa si luzco fatal, porque lo luzco y no solo porque acaban de romper mi corazón sino porque mi ropa sigue llena de sangre y tierra, en el primer instante en que salgo del hospital más de una mirada va hasta mí pero solo ignoro estas mientras camino con la intención de conseguir un taxi.

No puedo evitar que mi mirada vaya hasta el auto en donde Volker está a punto de subirse, no puedo evitar el mirarlo mientras habla con Ada, Oliver y Selene.

Trago el nudo en mi garganta y solo alejo mi mirada de ellos pasando de largo y yendo directamente hasta la línea de taxis que se encuentran en el estacionamiento.

Todos muestran el mismo letrero que indica que están esperando a quienes seguramente son sus clientes y solo maldigo mientras saco mi celular del bolsillo de mi saco.

Mis manos tiemblan y la iluminación que hay afuera no ayuda mucho con la jaqueca que me invade. Miro la pantalla de mi celular con los ojos entrecerrados intentando que el dolor no aumente y solo busco el número de Owen hasta que encuentro este y marco su número antes de que la batería de mi celular muera.

—No estoy en Miami y no podemos tener sexo ahora mismo —una pequeña sonrisa se pinta en mis labios pero aún así siento la tristeza albergando en mi interior.

—¿Puedes ayudarme con algo, por favor? —pregunto mientras masajeo mi sien.

—¿Está todo bien, Dak? —pregunta, quiero decirle que no, que nada está bien, que estoy de la mierda y que lo único que necesito es que me dejen en paz.

—Sí —miento—, está todo bien.

Trago con dureza el nudo que se forma en mi garganta.

—¿Qué necesitas? —pregunta.

—¿Podrías avisar a la central de New York que necesito ayuda? —pregunto—, un medio de transporte y tal vez un pequeño alojamiento.

No tengo a donde mierdas ir aquí, no tengo efectivo, no tengo ni una mierda y al único sitio que puedo recurrir es a la central de New York.

—¿Está todo bien? —pregunta de nuevo y su pregunta solo hace que mis ojos se cristalicen.

—Todo está bien, Owen —respondo de nuevo—, solo tengo algunos percances que no había contemplado.

Escucho como camina.

—Estoy en New York, Roberts me mandó a solicitar unos permisos para algunos traslados —comienza—, iré por ti, solo dime dónde estás.

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