"Yo no soy el héroe de tu historia, soy el villano que te hará sucumbir en tus más oscuras perversidades."
Volker Diekmann es la perfecta definición de perdición, lo comprobé cuando de una noche a otra no podía dejar de aparecer en mis pensamiento...
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Dakota.
(Capítulo narrado en Tulum, después de navidad).
Salgo del hotel en el momento justo que comienza a anochecer. Salgo después de asegurarme que Adele me cubrirá esta noche. Mis padres y ellos han hecho una noche de chicas, como suele llamar Adele a este tipo de noches.
Mis padres habían ido a la habitación a verme, justo como les hizo creer Adele seguí con la mentira de que estaba en mis días y que los cólicos me estaban matando hasta el punto en que lo único que quería era descansar, no ser interrumpida y estar en cama todo el día. Sin contar que logré llegar justo a tiempo, pues Volker y yo regresamos después de navegar en schatz. Tuve el tiempo justo para ir a la habitación, ponerme una pijama y lanzarme a la cama fingiendo que estaba muriendo.
Miro la ropa que traigo encima. Había elegido una falda larga y con una abertura en una de mis piernas en color blanco, añadí un top blanco, parte de mi estomago queda descubierto. En mi cabello Adele hizo algunas trenzas pequeñas que resaltan entre las ondas sueltas del resto de cabello. No agregue maquillaje más que gloss.
Mis ojos buscan a Volker quien ya había avisado que estaba afuera esperándome.
Recorro todo con la mirada y solo sonrío cuando miro al alemán recargado en su auto.
Unos lentes negros cubren sus ojos. El cielo se encuentra con colores amarillos y naranjas, el atardecer comienza a asomarse de una manera hermosa.
Camino hasta él y cuando estoy frente a frente con Volker me lanzo a sus brazos mientras uno su boca con la mía. No duda al tomar mi cintura y acercarme más a él para responder a mi beso de la misma manera.
Nuestras bocas se funden en una sola y las mariposas en mi vientre se activan como solo él logra hacer que sucedan.
—¿A dónde iremos? —le pregunto después de que nos separamos. Mis brazos se envuelven en su cuello mientras sus manos toman con firmeza mi cintura.
—He buscado los mejores lugares públicos para cogerte —responde. El sarcasmo en su voz se nota y solo sonrío como estúpida mientras ladeo mi cabeza.
Sus ojos van hasta el collar de esmeralda que resalta en mi cuello junto a mi top blanco. Mismo collar que tiene la letra D y que me dio esta mañana.
—Para que una cama y la privacidad cuando todo es mejor si huele a peligro —suelto dejando un pico en sus labios.
Toma mis labios de nuevo y solo respondo a su beso mientras nuestras lenguas se encuentran y sus manos se aferran más a mi cintura.
Es hasta después de unos minutos cuando finalmente nos separamos. Abre la puerta detrás de él, justo la del copiloto y sonrío mientras agradezco para montarme en el auto.
Sigo a Volker con la mirada cuando rodea el auto por delante. Lleva una camisa de seda blanca y de manga larga junto a unos vaqueros negros. Su cabello negro está revuelto y solo quita los lentes de sus ojos antes de subir al auto.