"Yo no soy el héroe de tu historia, soy el villano que te hará sucumbir en tus más oscuras perversidades."
Volker Diekmann es la perfecta definición de perdición, lo comprobé cuando de una noche a otra no podía dejar de aparecer en mis pensamiento...
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—¿Qué harás? —Evelyn pregunta del otro lado de la pantalla.
No puedo medir el enojo dentro de mí.
—Es un maldito hijo de puta —suelto entre dientes y mi mejor amiga ríe del otro lado.
—Te dejó caliente —suelta ella mientras veo como come una manzana.
—¡Me humilló! —suelto—. ¡El maldito hijo de perra me engañó!
Evelyn ríe.
—¿Qué vas hacer? —pregunta de nuevo.
—No lo sé —respondo—. No quiero arriesgarme a desafiarlo y que revele el vídeo, le dije a Ariana que no la haría quedar mal.
—No va a revelarlo —Evelyn habla—, solo quiere asustarte.
—No quiero arriesgar a Ariana —suelto—, todos creen que soy Ariana Foster, nadie sabe que mi verdadero nombre es Dakota Kingston.
—Y nadie va a saberlo —responde—, necesitas relajarte, tranquilizarte y pensar que vas hacer.
—Tal vez lo mejor sea regresar a Miami y decirle a Davis que mande a alguien más.
—Tus padres no criaron a una débil —resopla.
—No soy débil —respondo—, pero lidiar con un hombre como Volker Diekmann va a terminar conmigo.
Evelyn me mira, estamos en videollamada.
—No vas a echar a perder tu carrera por una persona con polla —Evelyn suelta, opta por esa posición que siempre suele tomar cuando cree que mis decisiones son tontas y estúpidas.
—Habrá más misiones en las que pueda trabajar.
Estoy en una pequeña plaza en Alemania, a unas cuantas manzanas de la empresa Diekmann.
—Analicemos tus opciones —comienza la castaña, sus ojos marrones me miran y se relaja en donde sea que esté sentada—, para empezar, ¿hay posibilidades de que Volker Diekmann sea un criminal?
Me mantengo en silencio algunos segundos.
—No se ha comprobado que lo sea —respondo—, pero tampoco se ha probado lo contrario.
—Sé clara —exige.
—No hemos encontrado nada aún que lo compruebe —respondo, pienso y después vuelvo a hablar—, pero, hay algunas cosas que me resultan sospechosas.
—¿Cuáles? —pregunta.
—Su secretaria, Chelsea, dijo que era buena guardando los secretos de Volker —comienzo—, Oliver tiene ciertas reglas raras y un poco anormales, el primer día que estaba cuidando de Volker sufrió un ataque, intentaron matarlo, asesiné al hombre y no acudieron a la policía, dijeron que se encargarían, es raro, ¿no? —se mantiene pensativa—, que un hombre tan importante como Volker Diekmann no haya acudido a la policía cuando estuvieron a punto de asesinarlo.