Capítulo 42

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Organización Mundial de Policía Criminal, central de Japón

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Organización Mundial de Policía Criminal, central de Japón.

Dakota.

Mis botas resuenan contra el asfalto a medida que camino, miro la enorme prisión que se cierne sobre mí, pero mis ojos se detienen en la mujer que me espera afuera de esta.

Miro a la mujer que porta un elegante uniforme perteneciente a la OMPC, su cabello negro está atado en un moño alto y completamente recogido y peinado, una sonrisa se pinta en sus labios y su boca se abre para darle paso a sus próximas palabras que son dadas en japonés.

—Nos alegra tenerla de nuevo por aquí, agente Kingston —mis ojos miran a la japonesa que espera por mí en la entrada de la prisión de la central de Japón. Sonrío tenuemente quedando frente a ella.

—Directora Suzuki —hablo en japonés también mientras extiendo mi mano en su dirección, acepta esta estrechando ambas para después soltarlas de nuevo. Mis ojos van hasta la placa en su uniforme que la deja ver ante todos como la encargada mayor de la central que hay en Japón.

—No negaré que me sorprendió recibir su llamada —habla, con su mano da una tenue señal que me hace comenzar a caminar con ella a mi lado, dos guardias armados nos siguen—. Creí que después de tenerla aquí jamás querría regresar.

Suelto una carcajada sin poder evitarlo mientras algunos recuerdos del pasado vienen a mi cabeza.

—Era una adolescente molesta —respondo ante esos recuerdos de la última vez que estuve aquí—, pero hoy en día agradezco haber sido entrenada por ustedes.

En la OMPC se nos obliga a entrenar artes marciales en Japón, esto suele suceder cuando somos cadetes, antes de ser agentes, desde los catorce hasta los dieciséis años somos entrenados físicamente por la central japonesa que se encarga de implementar en nosotros todo tipo de arte marcial que nos hace enriquecer en el campo de guerra. En mi caso, yo fui entrenada por dos años más, mis padres me enviaban en vacaciones de verano aquí, comencé a entrenar artes marciales desde los doce años.

De los doce a los catorce años venía a Japón solamente en vacaciones, algunas veces alguno de mis padres venía conmigo y otras veces era la directora Suzuki quien se hacía cargo de mí a petición de mis padres.

A partir de los catorce años todo cambió, mis compañeros estaban conmigo, entrenábamos juntos y no solo eso sino que teníamos que permanecer en este entrenamiento por dos años, ya no eran solo vacaciones. No al menos para mí.

Cuando el resto de mis compañeros recién iniciaba su entrenamiento en artes marciales yo ya estaba por delante de todos ellos gracias a la insistencia de mis padres en que comenzara a prepararme desde mucho tiempo antes.

Mi fuerte es el combate gracias a esta central y mis superiores que me mostraron y entrenaron a quien soy hoy en día.

De los catorce a los dieciséis años somos pasantes en Japón para el entrenamiento de artes marciales.

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