"Yo no soy el héroe de tu historia, soy el villano que te hará sucumbir en tus más oscuras perversidades."
Volker Diekmann es la perfecta definición de perdición, lo comprobé cuando de una noche a otra no podía dejar de aparecer en mis pensamiento...
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Dakota.
Mis ojos se abren de golpe, miro el reloj a mi lado y de un salto me pongo de pie de la cama; había logrado dormir más después de aquella horrible catástrofe.
Me coloco mis botas con rapidez, al igual que el reloj en mi mano y todas las cosas que traía conmigo. Antes de salir de mi habitación en la central me coloco todos los aparatos y artefactos que Oliver me había dado en un inicio.
El auricular está en mi oído, el arma la guardo en una funda que cuelgo en mi cintura, justo en uno de mis costados y así con el resto de las cosas, saco el celular que sigue muerto metiéndolo en mi abrigo y la radio que aún no enciendo y que guardo en mi bolsillo contrario.
Dejo mi bolso y mis maletas aquí para finalmente salir de la habitación.
Comienzo a caminar por los pasillos mientras maldigo viendo que cada vez se hace más tarde, se supone que saldría temprano de aquí para enfrentar a Diekmann.
Estoy saliendo del edificio de dormitorios, camino mirando la pantalla de mi celular, han llegado unos mensajes de mis padres que estoy a punto de abrir hasta que una voz hace que levante la mirada.
—Agente Kingston —mi vista va hasta el detective Davis quien se acerca, me es imposible no recordar lo que pasó momentos atrás, a mí tocándome con el recuerdo de lo que pasó en el burdel.
—Detective Davis —suelto guardando mi celular y mirándolo al mismo tiempo que alejo los pensamientos, trae su uniforme de diario, se ha afeitado y ahora luce como nuevo dejando a un lado que horas atrás todos estábamos medio muertos.
Yo no tuve la oportunidad de cambiar mi ropa, seguía con la ropa que tenía puesta desde Rusia, solo había podido acomodar decentemente mi cabello y ahora mismo me arrepentía de no haber podido cambiar mi ropa, el sol de Miami comienza a ser mala combinación con mi abrigo, vestido y botas.
—Ethan me llamó, me pidió que te dijera que respondas el celular, ha intentado contactarte —maldigo internamente.
—Gracias, señor —agradezco mientras sigo mirándolo.
—¿Te vas ya? —pregunta después de unos segundos.
—Sí —respondo—, tengo que regresar con el señor Diekmann.
La mención del alemán hace que una ligera mueca de desagrado se pinte en el rostro de mi superior, noto el enfado en sus ojos, aunque, lo sabe disimular muy bien.
Mira hacia el estacionamiento.
—La llevo —suelta finalmente y solo niego de inmediato.
—No se preocupe, detective Davis —suelto—, puedo tomar un taxi.
No quería pedirle a algún chofer de la OMPC que me llevará ya que al igual que la vez pasada, si Yerik se encuentra allí puede identificar el auto de la organización.